jueves, 31 de mayo de 2012

Ubrique en verde de luto

Ubrique está de luto. 



Ubrique en verde está de luto.



 Y le pedimos a nuestro agente de pompas que coloque el crespón negro...



en UBRIQUE  y preguntarnos el  por qué estamos de luto.
Ubrique en verde es un blog que observa la conservación de la naturaleza como pieza
imprescindible en el futuro tan incierto del Planeta (el único conocido que nos sirve).
Hoy podemos decir que han muerto doce seres vivos y quince más  están
viéndole los colmillos al lobo;  por eso estamos de luto.




Creimos que no íbamos a usar más esta imagen que utilizamos en "el fin del necrófago".
Por desgracia hemos tenido que buscarla en el archivo para anunciar otra desaparición.
Vamos paso a paso.



Ayer de mañana algo ocurría al pasar por la Ladera, en la plaza de las Palmeras.
Como otras irremediables veces, la gente se preguntaba...
 "¿Qué pasa que están hasta los bomberos...?"



¡Pardiez! 
¡Vaya zapatiesta!
 ¡Están cortando los árboles!



Todo el albero de lo que antaño fue nuestro campo de fútbol
 está regado de ramas y hojas verdes.



Pero no sólo hojarasca sino también, gruesos troncos yacen abatidos
 producto de los abrasivos e implacables dientes de las motosierras...



debidamente troceados para la posterior evacuación.



 Un exterminio masivo en toda regla, con premeditación y alevosía.



Veinticinco anillos de creciminento truncados en un pis pas. 
Eso por la banda derecha...



Por la izquierda, sórdidos bananos orientales despojados de sus copas.
Pasando vergüenza al mostrar sus desnudeces. Sus vestimentas de ramas
y hojas cortadas, andan desparramadas por doquier o amontonadas.



¡Cuánta destrucción! ¿Por qué se actúa con esa saña contra los seres que nos ofrecen
el oxígeno para nuestra vida y sus raices sostienen la tierra que los ubica?



-"¿Qué he hecho yo para merecer ésto?" 
Parece decirnos esta criatura ya mayor de edad y con la sierra de Ubrique detrás...



-"¿Cuándo acabéis con nosotros seguiréis con el resto de nuestros congéneres
como siempre gustásteis de hacer, humanos?" (Humano es un insulto)
Parece que dice éste con la incertidumbre del que desconoce su final.



Si los árboles pensaran, que no lo sabemos con nuestros pobres y poco utilizados cerebros,
se estarán preguntando el por qué de esta tala indiscriminada.



Las ramas de los plataneros se rinden a los pies de las palmeras. 
Ellas se lucen sin daño alguno. 
¿Será que sólo quieren que estén ellas en la plaza de las Palmeras?


El moral que se ha salvado momentáneamente,
 nos susurra al oído que se ha enterado que es para la feria.
¡Vamos! ¡Vamos! Que son cuatro dias... (¡Y ya no más...!)
Sabemos que hay personas todavía con mentalidad del siglo XVIII,
cuando se pensaba que los árboles eran como alimañas que había que exterminar pues
 debajo no se podía sembrar nada y eran nido de bichos.
Se suponía que ese pensamiento ya había cambiado. 
¿Qué se va a hacer para resarcir el daño causado? 



Hemos pasado esta tarde por allí. Ahora sí que es la solitaria plaza de las Palmeras...
y el moral (momentáneamente). Esta mañana con el viento se levantaron inmensas nubes
de polvo que se cernieron sobre las casas de los vecinos y que quizá los
desarraigados árboles las hubieran mitigado.
Y todo por cuatro días de lunares, volantes, cañeros, sevillanas y vino.
(Cosa muy respetable)
Pero creemos que la balanza no ha estado equilibrada en esta ocasión.



Hace cincuenta años aquí había eucaliptos los cuales desalojamos en otro
frenesí arrancador. Después sembramos aquellos que hoy hemos acabado con su 
existencia. Con comportamientos tan volubles por parte de los seres humanos,
el reino vegetal está hecho un lío y no se aclara.



Por una banda, doce bajas totales.
¡Irreparable!
Como los que cayeron en los Pinitos.



Por la otra, quince mutilados con un incierto futuro porque
Con la vida dependiendo de los humanos, parecen temblar de miedo,
viendo como han acabado sus vecinos de enfrente.
-"¡No, no! A nosotros no, por favor."



Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija (dice el refrán).
Pero aquí en la exclusiva plaza de las Palmeras (y el moral, de momento)
ya no se puede aplicar.
Pedimos un minuto de silencio por los veintisiete seres vivos caidos en pro
de cuestiones que algunos aún no entendemos. Pero ocurren.
¡Descansen en paz!


.

martes, 29 de mayo de 2012

El día del petaquero

Ayer se celebró como tradicionalmente se viene haciendo, el dia de la fiesta local
dedicado a los trabajadores y  trabajadoras de Ubrique a quienes representa
esta estatua ubicada en la rotonda de la Plaza de la Estrella.
Una fecha importante por su significado y un descanso bien merecido por el carácter
de la marroquinería. Es un dia laborable en todas partes, así que muchos
habitantes de la localidad aprovechan para hacer algún "mandao" fuera.



Con un banquillo como asiento de trabajo,  de ocho a ocho (del sueldo ni hablamos) y
mirando a una losa con la tarea por delante, Ubrique entero se siente como prisionero
de su destino. Un día como el que se celebró ayer es para...



levantar el vuelo y trasponer por las Cumbres a otra cosa que no sea la 
rutina diaria. No íbamos a ser menos, así que ayer aprovechamos para ir a Cádiz 
a recoger un papelito y ya de camino le daríamos un vistacito al Piojito
 que montan los lunes. Primera parada, desayuno en la Venta Calderón
 de Arcos  (donde tiramos esta foto) y como no, los primeros saludos a 
paisanos. Vimos a Fernando con su mujer y a la familia Chacón.
Unos iban a la playita y otros de compras. Lógico.



Ya se habrá notado que echamos la cámara por si podíamos hacer alguna foto interesante
para Ubrique en verde. Después de Arcos cogimos carretera y manta hasta Cádiz. 
Que lindo el lago de Arcos y el Santiscal.




No estábamos dispuestos a hacer un reportaje turístico de Cádiz, pero sí alguna que
 nos llamara la atención como ésta de la puerta del arqueológico de Cádiz
que tanta relación tuvo con nuestro padre. Ahí se guarda parte de nuestra
historia, cuando hablábamos latín en el Salto de la Mora.
Y no es que los moros hablasen ese idioma, es de cuando éramos
romanos en Ocurrris hace la friolera de 2.000 años aproximadamente.
(Es que siempre el pueblo ha nombrado "obra de moro" a cualquier tipo de resto arqueológico)



Recogimos el papelito y decidimos bajar por las escalinatas del magnífico
edificio donde estuvimos. Es más gratificante que el ascensor
porque estas estructuras no se ven por Ubrique.




Sacamos el coche del parking (que significa "dos reyes", en español) y fuimos a
la zona de la Barriada de la Paz. Nos llamó la atención la altura de esta
araucaria. En Ubrique las hay pero no tan altas,
 como ya podemos ver en árboles exóticos.




La Bahía se mostraba como siempre, impresionante, y da que pensar
la decisión de no terminar el nuevo puente con eso de la crisis para este
año tan importante en nuestra capital. Pero a lo que vamos...



a lo largo de toda la avenida que corre junto a la Bahía, los puestos de todo tipo 
de "cosas" se enfilan a doble banda. Cada vendedor a su manera intenta
llamar la atención sobre sus productos. Unas vociferan:
"A trejeuro, los comodone (zapatillas de esparto). A trejeuro."
"Compra mujé, que a este muchacho le hase farta er dinero."
Gritaba otro subido a una caja de cerveza.



Todo el que pasaba miraba encima del toldo para ver qué era eso de
la segunda planta. Creo que no hace falta explicar cual era la mercancía a la venta.
Con la gente arremolinada alrededor de montañas de prendas a las que llaman
"rebuscos a dojeuro o a trejeuro"; "¡ vamos niña, regalao!"...



entran ganas de mirar hacia otro sitio. El horizonte en nuestro pueblo es muy
breve; de momento la vista alcanza la sierra o el monte, así que es de agradecer
esta amplitud de visión. Se nos ocurre la letrilla del Selu con los Enteraos:
"Las obras que están haciendo en el nuevo puente,
la están haciendo mu malamente..."



Y la verdad es que queda bastante. Parece mentira que la mente humana
 pueda superar cualquier tipo de obstáculo. Enhorabuena a los ingenieros 
que piensan y a los que realizan sus sueños.



El famoso Piojito gaditano continúa en ebullición como cada lunes y como no, allí
también nos topamos con "gente Ubrique". Saludamos a Gago y
nos contó que estaba echando el día por allí como buen ubriqueño.
Otro que también vimos, pero de lejos, fue a Domingo. 
E incluso echamos un ratito con Beatriz y su familia.
Aquello parecía "el Corte Inglés" de Ubrique.
 El Piojito de Cádiz tiene una gracia diferente y te puedes
divertir de lo lindo aunque no encuentres nada que te guste...



Pensemos si tiene gracia o no.
A ésto se le llama, "garantía de satisfacción o le devolvemos"... ¡Eso!



Dejamos Cádiz. Antes de la partida pudimos captar esta imagen para los
"carteles para pensar" de Ubbrique en verde
(Anda, leámoslo otra vez que no pone "Muebles Avenida". 
Que tiene un puntito entre la A y la M)



Como ibamos de regreso con algo de tiempo, paramos en un sitio
 que conocen muchos ubriqueños...



Tiene su agua, pero no es playa.
Tiene su molino, pero no es la Mancha.
Estamos junto al mesón de la Molinera, en el Santiscal
de Arcos de la Frontera.
Hemos venido a visitar un paraje natural.



Como el pantano de Arcos no lo vacían (al contrario que con el de los Hurones en Ubrique),
 se han desarrollado en su cola suficientes carrizos como para dar cobijo a las  numerosas
aves que viven entre ellos.



Con paciencia se pueden observar dichas aves...
Pero no vemos ninguna.



El lugar es apropiado para que lo visiten las personas amantes de
la naturaleza. Lo único es que a nuestras espaldas hay una de esas
tantas urbanizaciones que quedaron paralizadas cuando
"explotó la burbuja". Jamás en la vida se conoció una burbuja que
hiciera tanto daño a tantas familias.



En los Carrizos se respira tranquilidad. Justamente al lado de donde se instaló un
observatorio de aves de todo tipo, si es que puedes verlas...



los arqueños han sembrado árboles para recordar que a muchos hombres
hay que "reñirles" por su cruel comportamiento hacia sus compañeras.



Sólo hay  un  viaje eterno y ése esperamos que llegue mientras más tarde mejor.
 Por eso hay que volver tras la mole gris y gigante de la Sierra.
Esa querida sierra que cobija las inquietudes y el día a día de los aguerridos
guerreros de las Petacas que con su incansable labor, hacen que Ubrique
prospere y los que no nos dedicamos a la industria de la Piel, podamos vivir 
en un pueblo digno y puntero entre los Pueblos Blancos de Cádiz.



Antes de llegar a Ubrique, paramos un momentito en la antigua carretera
del Bosque a Ubrique y captar la imagen de este cartel indicativo que se
colocó en los años setenta y que corrobora lo del Museo de Cádiz.
(Nombramos a la Ciudad Romana con tres erres, Ocurrris,
 porque nos apropiamos de la que tiraron por ahí) 
De los 18 Km que ahi pone, a los 12 Km que dicen que hay ahora, nos quitaron 6 Km
 de curvas cuando hicieron la carretera nueva. Pero no nos pusieron el carril de vehículos
lentos en la variante de la Variante (de Los Barandales hacia arriba) y cuando 
 toca camión parecemos mamá Pata con los patitos detrás.
Bueno, paciencia que al llegar a Ubrique, hay que seguir celebrando el día del Petaquero.


(Si quieres ver que ocurrió el dia del Petaquero de 2013, pincha aquí)



.

lunes, 28 de mayo de 2012

La Fuente de Aguanueva

Ya va llegando a término nuestra "incursión" por el Camino de Ronda. Tendremos que volver 
otra vez para conocer el corral de las cabras de Cristóbal Venegas. Como hay 
"más dias que olla", ya volveremos a ver si hay más suerte.
Lo que llama la atención de este camino centenario es el grado de deterioro, por lo visto
al estar dentro del Parque Natural no hay prevista ninguna intervención.
El tránsito es dificultoso por las piedras sueltas y más arriba creo recordar que  hay incluso
 un tramo desaparecido. Las aguas sobrantes de nuestro destino corren a fundirse con las del 
Arroyo del Búho más abajo, por nuestra izquierda y mirando hacia ellas...



vemos a las faldas del tajo de Aguanueva lo que iba a ser en su día un Hotel 
con el mismo nombre.



Un pelín más arriba alcanzaremos "AGUAS NUEVAS". El 13 de mayo empezamos a repechar
por la Calera, a la salida de la calle Ronda, hacia la Sierra de Ubrique y todavía no hemos 
llegado al destino previsto, lo que puede inducir a error a los desconocedores de la zona.
Sepan que el recorrido sin paradas puede hacerse en una o dos horas, dependiendo del
tono muscular de la persona emprendedora de esta aventura.



En nuestro ascenso hemos tenido la fortuna de dar alcance a un muchacho que
arreaba un mulo cargado de cántaros. Por lo visto era el producto de ordeñar a las cabras
 y lo llevaba  al punto de recogida. Cuando le demostré mi asombro ante la vista de
 tan singular estampa, él me contravino indicándome las numerosas dificultades a las que se 
enfrentan en el oficio de pastor día tras día. Viendo que no estaba muy conforme con su
oficio le dije: "Tu eres Antonio, el hijo de Cristóbal Venegas, el pastor". Ante su sorpresa, 
le aclaré que había estado con su padre más abajo por encima de Vega Redonda.



¿Aquí no había un tramo que había que dejar de lado por impracticable, y coger por la 
veredita de ahí al lado? La respuesta de Antonio fue  afirmativa y  añadió
que un dia se le cayó el mulo rodando cargado de vasijas; decidiendo con su padre,
 colocar de forma conveniente unas piedras con la mejor de las intenciones.
La calzada siempre fue de piedras para evitar el barro y facilitar el paso.
Tal acción casi les cuesta un disgusto con la administración del Parque.
No estamos hablando de zahorra u hormigón, nos referimos a un intento natural
de facilitar la ya difícil tarea de criar cabras e intentar ganarse la vida con ello.
Yo personalmente, hay cosas en esta vida que no tengo entendederas para concebirlas.



La conversación es amena. El hotel (que nunca se incendió, como se cuenta) está cerquita.
Frondosas encinas embellecen la singular y perenne estampa...



que contrasta enormemente ante la presencia, a unos metros de nuestro refresco, de
este esqueleto arbóreo que rezumó vida en épocas pasadas. ¿Será cierto lo que cuentan
los hermanos de Vega Redonda, que dicen que la atmósfera trae algo malo?



Señoras y señores viajeros del coche de San Fernando, parada obligatoria. El mulo de Antonio
acelera la marcha ante la vista de la fuente, necesita refrescarse. Nosotros también.



Singular estampa es la Fuente de Aguanueva. Manantial naturalmente refrescante.
Enmarcado por una encina que nos cobija con su sombra cuando deja de llover y
el sol parece de picapica. Aguas que son el bebé que cuando crece se transforma
 en un "Búho" con curso de arroyo. Líquido elemento que más tarde o más temprano
termina mezclado entre las aguas del pantano de los Hurones.



La Fuente de Aguanueva, desde donde podemos admirar unas vistas espectaculares, 
lamentar las pérdidas irreparables de la Naturaleza y ubicar el cancho del Cerro
en la Dehesa del Herrizo, donde el corral de las cabras. Antonio me cuenta que antes se 
limpiaban los árboles y el monte; se vivía de eso, pero que ahora hay que pedir
permiso hasta para respirar. La pregunta es muy sencilla:
¿Sabe un señor o señora de oficina ordeñar una cabra? "Por poné un poné".



Y mientras nos despedimos hasta otra ocasión después de habernos refrescado
con las cristalinas aguas de la preciada y, aunque restaurada, antiquísima fuente...



el mulo, indispensable colaborador en las tareas de padre e hijo, se "jarta de bebé"
ignorante de los devaneos mentales de los seres humanos pero entreviendo que,
 al fin y al cabo, somos imprescindibles para su existencia.



Antonio marchó por encima del Hotel camino de su pueblo, Benaocaz. Seguramente tendrá
el todoterreno en el Puertecillo para cargar las cacharras de la leche. Nosotros vamos a
dirigir nuestros pasos hacia la Manga de Villaluenga que para eso "AGUAS NUEVAS"
(como es nombrado en los mapas antiguos) es como diría mi padre, una
"Encrucijada histórica para caminos juveniles",  y no tan jóvenes.



Estos caminos altamente frecuentados antaño, hoy brindan la posibilidad única de pasear
por lo poquito que va quedando y que de verdad merece la pena en nuestras tierras.
("Disfruta y protege por donde pisas. Las generaciones venideras no se merecen la falta
de respeto que muchos inconscientes o ignorantes profesan a la frágil natura.")



¿Quién sabe cuánto tiempo llevará este escambrón en el Cintillo contemplando el paso
de personas y animales desde tiempo inmemorial?



¿ Quién sabe a cuánta gente le habrá rendido pleitesía este acebuche
que vive en perpetua reverencia?
¿Y cuántos respiros de alivio habrá cobijado la enorme encina a su sombra, en el escabroso
deambular por la sierra en el verano? Esto es difícil de comprender pues viajamos con
aire acondicionado y la única molestia es que te puedes marear por las curvas
en el coche.

Aquí, a la sombra de esta mítica encina, vamos a descansar sentaditos en el moderno
merendero. Otro día volveremos para visitar el Hotel y el antagónico corral de la cabras.
Aquí damos por concluido el periplo del "desmenuzamiento" del Camino de Ronda.
¡Gracias por acompañarme!



.