lunes, 9 de julio de 2012

I- Un paseíto por la sierra

Son innumerables las veces que habremos pasado por este acceso a la Cruz del Tajo.
Hoy vamos a narrar un paseíto por la sierra que sucedió antes de la llegada del verano.
Ir ahora, con el calor, sería una tarea agotadora y peligrosa.
La mañana del uno de junio surgió una excursión corta (incursión) por la perisferia.
Los alrededores de Ubrique ofrecen lugares entrañables para descubrir.
Cuando se emprende una incursión por la montaña de roca caliza de estas últimas
 estribaciones de la Penibética, no se sabe qué destino te deparará y con qué  sorpresas
te vas a topar. No llevamos rumbo fijo. Vamos a lo que caiga.



Antes de salir a campo abierto, la primera sorpresa. Para mí bastante desagradable.
Es injusta la aversión que profesamos ante los inofensivos y beneficiosos reptiles.
 Ojalá algún día cambie la mentalidad y dejemos a las "bichas"
vivir con el respeto que se merecen. Más les vale a los que practican esta fechoría
 que se enteren de las penas por atentar contra especies protegidas como ésta.



Nos encaminamos hacia el Ubrique el Alto por la vereda de la Era y mirando a la parte
trasera de la Cruz, donde está ubicado Umrica (antiguo poblado árabe).
(Allí arriba está el paso de los Carboneros)
 A la altura de la cueva del Tio Pepito, nos da una agradable sorpresa...



la visión de una cabra montesa mirando a su cabrito.
Dicen que son frecuentes por aquí pero es la primera vez que se ponen delante del
objetivo y se están quietecitas. Poco tiempo duró el encuentro porque al momento 
 traspusieron hacia la salida del Huerto del Tabaco.



Encaramándonos por el desfiladerito por el que se accede a la cúspide del Tajo...




podemos observar los inmensos bloques desprendidos y que dejan la huella amarillenta
en la pared matriz. Uno piensa que lo mejor es que hayan caído 
hacia este lado despoblado de la sierra...



y que no son los bloques en tenguerengue que penden como espada
 de Damocles sobre las casas del pueblo...



y  por los cuales hace tiempo, un fraile coronó la cima con una cruz.

De la cabra montesa, ni rastro (¡ágiles y huidizos animales!).



Ya una vez arriba podemos ver, detrás de la impresionante atalaya, a las hermanas 
mayores. Otras cimas calcáreas cortadas a pico y pocas veces coronadas.
Es por delante de ellas por donde continua nuestro paseíto.



Vamos a bajar por el lateral de la Cruz del Tajo...



pasando por el balcón natural que siempre nos ofrece unas extrordinarias vistas.



Y mientras bajamos, la sierra se ofrece como una torre inexpugnable
dejando pasar los rayos matutinos por entre sus almenas.



Aunque parezca difícil el paseíto, no lo es. Lo que no hay que hacer es equivocar el camino. 
Mira que a los tajos por aquí les llamamos saltos, como el Salto de la Mora allí detrás.
No vayamos a inaugurar el Salto del incursionista anónimo.



En nuestro descenso nos topamos con la cornicabra que está por encima de la
piedra del Predicador. Justo a la izquierda de esa piedra está la entrada al
Huerto del Tabaco que es una cornisa que recorre de un extremo a otro la "barriga"
de la Cruz del Tajo.
 ¿Que por qué le dicen la piedra del Predicador?



La verdad es que creo que tengo una ligera idea. 
Pero es mejor verla en directo...



pues delante de ella, el espectáculo continúa. El trilito natural ofrece un marco
comparable a la ventanita del Cuco en la "trompa del Alfil".
 La ventana del trilito enmarca con exclusividad...



la calle Ronda, lugar donde empieza un camino lleno de aventuras...



entre las que podemos disfrutar del llanito de los Cochinos o...



del paraje del depósito de la Cornicabra 
(depósito bastante antiguo que suministra agua a las partes altas de Ubrique) 
que creo será nuestro próximo destino en el paseíto por la sierra.



Seguimos bajando y vemos una muestra que denota
 la existencia de aves rapaces en el lugar.
(Seguro que no es un gavilán el que ha almorzado aquí)



El descenso pasa por una especie de rebalandeta natural, antes de llegar al prado...



inclinado que es el sitio donde hay que torcer a la derecha para no terminar encima 
de los tejados de las casas. El paso por esta zona tiene que ser bastante cuidadoso.
 Los vecinos temen que les caiga alguna piedra encima por culpa de las temeridades
de algunos. Aquí podemos ver un ejemplar en flor de cola de zorro.



Hemos llegado a la rodada de la Calera. Esta magnífica roca  (como un coche)
 se desprendió junto a otras moles de la base del tajo del Moro y puso en riesgo serio a las personas. Por eso se instaló la malla "jurásica" en la Calera
(también sirve para proteger la leña del día de los gamones)...



y dejando atrás la Calera, nos adentramos en la maleza original de la parte trasera del 
depósito. Lástima es que no se le pueda llamar virgen a este paraje...



y no es porque podamos encontrar en el camino restos naturales
 y lógicos, que los hay...



sino porque podemos dar de bruces con espectáculos incongruentes como éste.
¿Quién será el forzudo de pocas luces que traspuso a la sierra con veinticinco
kilos de cemento para abandonarlos a su suerte? ¿Y si eran para alguna otra
actividad ilegal oculta en el parque? El caso es que está allí, abandonado.
También se puede dar el caso de que un día de lluvia alguien suba a la sierra,
aunque sea para coger caracoles y que de pronto...



escampe, salga el sol y ya no le sirva el paraguas.
Lo dicho el paseito nos trae muchas y variadas sorpresas.
 La periferia de Ubrique sufre la actividad antigua e ignorante de dejar 
esparcidos por doquier incontables objetos y basuras de todas las clases.
Cualquier día vamos a tener que "desamueblar" la sierra.


(Si quieres ver la segunda parte de un paseito por la sierra, pincha aquí)



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1 comentario:

  1. Gracias, Manuel. Eres una enciclopedia "naturalista-ubriqueña" andante.
    ¡Qué bonito, joé!

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