viernes, 26 de octubre de 2012

2ªParte. Los primeros romanos en Ocurrris.

En la primera parte de este mínimo espacio que fue dentro del programa que emitió Canal Sur
el sábado pasado ("Así creo que era el pueblo donde nací") que se hablaba de Ubrique y que
este humilde blog está desarrollando como "reporterus romanorum" lo que no salió de los
primeros romanos en Ocurrris (para le tele, ¡claro!), vimos como llegaba a escena el célebre
presentador andaluz Rafa Cremades...



todo bajo la super visión del águila imperial de Roma...
¡Bueno, la culebrera!



Dirigiéndose a romanos y romanas emplazados en la plataforma delantera del Columbario,
 Rafa trató de inspirar confianza...
-"Al principio esto estará más liado que la pata de un romano
pero ya veréis como pronto todo sale bien." -Refiriéndose a las tomas.
A lo que se respondió por parte del grupo...
-"¡Tú tranquilo! Si nosotros ya... eso... que somos veteranos en cosas de romanos
desde que hacemos la Bajada saliendo desde Benaocaz.



¡Silencio! ¡Cámara!...
 ¿Y los móviles, están apagados?
¡Acción!
Con disimulado asombro, el "credíbile reporter" se presenta ante "el que más manda".
Currus Máximus va explicando de forma amena y sencilla,
 el cómo y el por qué de la ciudad ocurritana y en especial del Columbario.

Mientras por detrás, Manolonio Castrus et Joanus Cris se encrespan en singular espadeo,
golpe a golpe, gladius contra gladius (esperemos que no se den uno de verdad), sólo
 para darle algún énfasis a la "paráfrasis verborum" entre entrevistador y entrevistado.



Joanus y Manolonio descansan un momento, agotados por la lucha sin cuartel.
Manolonio no sabe si rendir su arma (que los romanos copiaron de la usada por los íberos).
Joanus quedó meditando su próximo ataque.



Para que no saliera en escena, Serafinus et filio tratando de disimular el soporte
de la arrancada placa del noménclator del panteón funerario, destruida como la mayoría
de todos los carteles explicativos y directrices colocados en el recinto arqueológico.
Salvajada tremenda e indignante obra de bárbaros "mentecatensis" que de alguna
manera tienen que zafarse de sus propias frustraciones.
De todas formas y a lo que nos interesa, la veraz escena se desenvolvió con
 la naturalidad exigida a los buenos profesionales.




Cremades y Currus se dirigieron hacia la vía principal de acceso en busca
del lugar para la siguiente escena. Viendo a los habitantes ocurritanos
actuales y que tienen cuatro patas, nos podemos explicar por qué  el presentador dijo
en el programa... "Subiendo por un camino de cabras..."



La toma se desarrolló a espaldas del Columbario.
Aún no hemos entrado en la ciudad de Ocurrris pues los enterramientos eran como ahora,
a las afueras de la ciudad. Y mientras la "vulgaris calzadam modernae" estaba ocupada
por técnicos, cámaras, presentador y centurión, el resto de la trupe continuó
 la marcha hacia las murallas ciclópeas que forman el
frontispicio de entrada a la fortaleza ocurritana...



entre acebuches, algarrobos y las rocas calcáreas propias de la sierra de Ubrique...



y que una vez talladas, sirvieron para la construcción de la renombrada ciudad en la
antigüedad y que incluso fue usada defensivamente en la época napoleónica.



Y, claro está, ya sabemos quienes son los actuales habitantes que la pueblan y
que continuamente pisotean los preciados restos arqueológicos.
Habrá que hablar con las vacas palurdas (que asustan a los visitantes) y
con las simpáticas cabritas para que sean moderadas en su deambular.
Si no se hacen caso habrá que hablar con el dueño para que les restrinja las visitas
turístico-gastronómicas, al yacimiento histórico
 más importante de la sierra gaditana,  posiblemente.



¡Por fin! Hemos llegado a la meseta del Salto de la Mora.
Allí a la izquierda, queda el primer impluvio junto a la fuente con su cartel arrancado.
Hay que mencionar que los miembros del equipo técnico se portaron de lujo
repechando incansablemente por terrenos que para nosotros los ubriqueños
son pan comido. De vez en cuando los esperábamos para darles vidilla.



Después del foro y la domus que tiene otro impluvio, se decidió
"rematar la faena" junto al "baño de la reina" (como se le llamaba antiguamente
a las termas por aquello de que todo lo antiguo era obra de moro).
La impresionante falla de la sierra de Ubrique iba a aportar un marco espectacular.



Los romanos ocuparon posiciones estratégicas...



a espaldas de la última y fugaz escena "romanera".
Rafa estaba impresionado con el lugar. No daba crédito a lo que sus ojos estaban viendo.
Comprendió que no sólo existe Itálica, Baelo Claudia o Augusta Emérita. Ocurrris ofrece un gran interés cultural en este mundo donde parece que lo que prima es la estupidez.
Un mundo donde es más importante el pelo que lo que hay debajo.



Y como Currus Máximus no tiene ese problema con el pelo, explicó para la audiencia
lo del escudo que era ofensivo y defensivo a la vez, lo de la espada llamada gladius
 y que Cremades se la devolvió estremecido cuando le explicó que era el arma no de fuego
 más mortífera que existió nunca...



que el desmesurado casco imperial era así en aquella época y que los pelos del
penacho "no eran de unas cuantas escobas, ¡hijo!" que podrían haber sido de
cualquier otro sitio. Que las sandalias fueron las taratatabuelas de las botas de fútbol.



Y todo bajo la latente atención del resto de los presentes que con sus móviles
silenciados recogían escenas de recuerdo de la docta explicación.



Mientras disertaban "presentatorus et centurionis", Cayo el Ocurritano esperaba impaciente
su turno de actuación televisiva. Parecía como si le hubiera pillado por sorpresa.



Como "al buen entendedor, pocas palabras bastan" (como dice el refrán),
resumió para los telespectadores  el por qué y el para qué
de las vestimentas artesanales romanas que lucían.



Llegó la hora de la despedida y cierre. En el programa seguiría hablando Jesulín
de lo que el creía que era su pueblo de nacimiento pero los romanos, orgullosos y plenos de ilusión por la gesta cultural realizada, daban por cumplido el sueño de ser los primeros romanos de Ocurrris... (para la tele, ¡claro!).
Y al saludo de AVE... ¡Pues eso! 
"A vé" si nos vemos otra vez...



regresaron por el camino, haciendo planes ilusionantes...
Rafa que quería volver pero tranquilo, con la familia.
El alcalde con las ideas de la puesta de nuevo en valor del enclave privilegiado.
(Esperemos que no se pongan aquí también merenderos como en los Veinte Pilares).
La señora concejala se preguntaba por el qué dirán del programa.
Los cámaras comentaban la estratégica situación de la ciudad romana
y qué buenas vistas para grabarlas.
Y mi hermano Currus Máximus (Francisco el mayor) pensaba en el peso que llevaba
cargando desde hacía horas...



así que como buenos hermanos, le pedí llevar el escudo y el casco. Él debía tener
cuidado en la bajada con los resbalones con las tachuelas de las auténticas
sandalias romanas y a mí me hacía ilusión llevar tales significativos artilugios por
allí, en el sitio que nos enseñó desde pequeños a amar y respetar nuestro padre



Puedo afirmar la ardua tarea y a la vez pesada que acometió Francisco para
el beneficio de la cultura de su tierra...
Aquí, junto a la entrada de la fortaleza ocurritana "sopeso" dicha afirmación.

(Hemos querido obviar sacar el derrumbe importante que sufrió la muralla ciclópea
que está a mi lado porque las autoridades han prometido su restauración.
Siempre hay que otorgar el beneficio de la duda)



Y he aquí a los tres protagonistas principales, mejorando a los presentes, de la hazaña
que ha dado que hablar en los foros... ¡bueno! en los trabajos, los bares y las peluquerías
que son los auténticos foros modernos...



Y como la foto iba a ser para el "feisbu",  nos pusimos el resto de la familia participante,
mi guapa cuñada María del Carmen y un servidor, el reporetus romanorum luciendo
la camiseta muy romana de la quinta legión laureada.



Todos nos sentimos orgullosos de tener sobre nuestras cabezas este trozo
de la historia universal que es el Salto de la Mora que alberga a Ocurrris
(que lo sigo poniendo con tres erres por lo que ya sabemos, y si alguna vez
se me despista, ruego me sea recordado).

(¡Ah! Lo de atrás es el Salto del Cabrero.
Porque las nubes tapan la sierra del Pinar
y por eso se ve tan clarito).


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