jueves, 1 de noviembre de 2012

El día de todos los Halloween

Ya hace algunos años que se instauró de pleno entre nuestras costumbres
(sobre todo entre la inexperimentada juventud), celebrar la noche de los difuntos
al estilo americano, disfrazándose de miedos y...



fantoches, recorriendo nuestras calles hasta
nuestros hogares como esperpentos terroríficos que a
la contraseña de "truco o trato", nos reclaman...



golosinas. ¡Ay de aquél que no se las dé! Unas simples gominolas bastan.
Últimamente hay quien incluso da algún eurillo para que se inviten.
En un mundo global las culturas se entremezclan y al igual que nuestro flamenco
marcha en busca de nuevos horizontes aquella costumbre celta que llevaron
los irlandeses que emigraron antaño a la parte norte de América, Halloween,
se funde con poderío a nuestra celebración anual de...



"El día de Todos los Santos" en el que, desde tiempo inmemorial, recordamos con cariño
y como no, con cierta congoja, a las personas que ya no están presentes en cuerpo,
entre nosotros. Personas queridas, familiares, amigos, conocidos.
 Aquellos a los que les llegó la hora inevitable de la muerte. 




La misteriosa muerte siempre fue motivo de intriga y de culto.
Desde la Prehistoria...


pasando por los romanos y en todas las épocas de la historia de la humanidad...



la muerte ha sido y es, un asunto cavernoso.
Diariamente tenemos que convivir con la sempiterna perogrullada de que 
lo único que hace falta para morir es estar vivo.

A todos los seres vivos que pasamos por el planeta Tierra...



más tarde o más temprano nos llega la hora del fin.




Tétrica muerte que nos obnubila la mente y nos hace caer en la cuenta de 
lo frágil que es la vida y nos consolamos con frases tópicas y típicas:
 "¡No somos nada!" "¡Hoy estamos aquí y mañana allí!" "¡Descanse en paz!"



Tan natural como nacer, es morir. Lo que pasa es que la incertidumbre del más allá
nos aterra. Hay quién dice que en el otro lado no se tiene que estar muy peor
porque nadie vuelve. Hay quien dice que no le importa morir en algún lugar
pero que lo que no quisiera es estar allí cuando eso pase.



La religión siempre procuró buscar explicaciones al hecho inevitablemente trascendente
-del polvo eres (nunca mejor dicho) y en polvo te convertirás.
Pero lo cierto y lo fijo es que al fin de nuestra existencia, 
los necrófagos se encargan de transformar nuestra energía vital.
No obstante, pase lo que pase, la vida continúa.



La muerte es en lo único que estamos todos los humanos de acuerdo.
Cuando llegue nuestra hora nos subirán por este caminito...



nos dirán unas palabritas de despedida y para nosotros, se acabó.



La muerte nos da mucho que pensar como lo hace el monotipo de nuestros carteles...
Ya lo dejó escrito el celebérrimo inglés "Güilian Chaquespeare"
-Ser o no ser, ésa es la cuestión.
Muchos pensamos que como es un hecho inevitable, este mundo no tiene
por qué ser forzosamente, un valle de lágrimas 
y que habría que darle a la muerte otro enfoque que no fuera tan desgarrador.
 Somos muchos los que queremos mirarla...



cara a cara cuando nos toque pero con una sonrisa.
Morirse en esta vida es la única manera de descubrir si existe el más allá 
-el cielo, el infierno, la reencarnación o el finiquito todo negro.
Además, últimamente se están muriendo gentes que no lo habían hecho antes.
Cuando eso ocurre el de delante dice "¡lo siento!" y el de atrás..."¡Losientos uno!"



Ubrique en verde va a demostrar que aunque el más allá sea incierto, 
en Ubrique sí que existe la vida después de la muerte.
Nuestro pueblo siempre fue respetuoso con las tradiciones referidas a nuetros muertos.
Tanto que incluso hay una avenida que se llama "de Todos los Santos".
Es perpendicular a la calle "Ocurris" (con sus dos erres por supuesto)
 pero no está escrito en ninguna fachada.
Para verlo tenemos que remitirnos a un plano de la Villa.



Ahí podemos observar que la avenida de Todos los Santos discurre junto al Cementerio...



dejando de lado el callejón del Pompeo (¿Hará referencia a las pompas fúnebres?)
y que ahora se llama Ocurris.
El calificativo de Avenida es ostentoso...



pues se refiere a la callecilla que sube hasta la urbanización la Rozuela a la que los vecinos
les da por llamarla "El Limbo"...



porque está después de la "muerte".



Y es allí justamente donde nos encontramos con la nueva vida...



¡El Vivero!



Es el sitio donde Biorreciclaje tiene el acopio de plantas para el embellecimiento 
de los numerosos jardines de nuestro pueblo y que gracias a ellas hemos
conseguido la calificación de "Pueblo Verde".



Un enclave de vida nueva que rodea la tapia donde se encierra a la muerte.



 Después de esa "muerte"...



está la "vida", sombreada de zonas verdes.



Definitivamente, más allá de la muerte en Ubrique...
¡Hay vida!




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