miércoles, 7 de noviembre de 2012

La Cruz del Tajo

¿Qué visitante que venga a nuestro pueblo no levanta la cabeza, entrando a la Plaza
y después de admirar los mosaicos de la casa número ocho,
no ha dejado escapar de su garganta un profundo ¡oh! ante la impresión
que causa el San Antonio pero que más alto aún el alma henchida de gozo, queda
como momentáneamente turulata, bajo el impacto visual arroyador de la Cruz del Tajo?
 Hoy por fin, vamos a subir a ella.



Llevamos muchos días recorriendo sus inmediaciones, conociendo o recordando
nombres de lugares que acompañan a los ubriqueños desde la más tierna infancia.
La Cruz del Tajo es una extrordinaria falla triangular que pende con un poderío de unos
noventa metros de altura, sobre las casas del casco antiguo.
(Que se lo digan si no, a los vecinos de la calle Calvario Alto o Tragamasa
que sus patios traseros dan a la base de la Cruz)



Se yergue vigorosa sobre el pueblo y puede verse con claridad desde cualquier
calle o plazuela... ¡Bueno! Si el tiempo no lo impide...



o si se enfoca bien la cámara en lo que de verdad interesa.



En muy raras ocasiones se le desprendieron alguna de las innumerables
piedras en tenguerengue que la pueblan. Los más antiguos cuentan que una vez cuando
los lobos bajaban hasta la Torre, ¡uuuh! hace ya mucho tiempo...



La Cruz del Tajo tiene fundida a sus espaldas unas hermanas siamesas, mayores que ella
 y más atrás, a la izquierda, el Tajo del Moro. Ellos han sido testigos impasibles
de la aventajada expansión de Ubrique con respecto al resto de
los pueblos de la sierra de Cádiz que formaban el señorío de las Siete Villas.



Bien podríamos cantar...
"En mi pueblo hay un Tajo con una Cruz que es particular...



Cuando llueve se moja como las"...
¡Pero! ¿Dónde están las otras que faltan, la de la Viñuela y la del Benalfil?
Es más, con lo que  creció Ubrique, hasta la Barriada de el Rincón
(donde están los 18 de las 113), ya va haciendo falta por allí, una cuarta cruz.
¡Qué cruz!



Cuando subimos buscando el llano de la Munición una vez que dejamos atrás
la cabreriza de la Era, caímos en la cuenta de que estábamos a la misma cota que la del Tajo,
así que la cruz que se sustituye por una estrella de oriente en Navidad no parece desde aquí
que sea difícil coronarla pero las apariencias engañan, normalmente .



Si por detrás es accesible, por delante es ardua tarea que no imposible para
escaladores expertos aunque para ello tuvieran que apartar primero,
 la  cantidad de enseres de todo tipo que iban a estorbar como este armarito de
cocina encastrado. Es para darle un premio a la incongruencia, al cretino
que lo cogió con mezcla a las rocas (en "vamos a desamueblar la sierra").



Las rocas sueltas más próximas a las casas fueron convenientemente calzadas
 para evitar posibles deslizamientos hacia ellas.



Con hormigón dibujado o con piedras y mezcla, quizá más propio. 
Hubo una vez algo que se le ocurrió a alguien... ¡Sujetar las piedras con una lavadora!



Para subir a la Cruz del Tajo por si alguien no lo ha hecho todavía, 
el mejor camino es por el Ubrique el Alto.



Dejando atrás la Era repecharemos por entre las piedras de Umrica, tratando de localizar
la vereda; mirando de vez en cuando hacia arriba para no errar. Pero si nos equivocamos,
no pasa nada porque...



no podríamos continuar, a no ser que tuviéramos alas...



y el fallo también nos puede brindar la oportunidad de asomarnos a la salida del
huerto del Tabaco, esa cornisa que recorre la barriga del Tajo.



Si miramos a la Cruz desde ahí comprobaremos que aún nos quedaba un pelín.
No queda más remedio que retomar el camino
 porque hoy sí vamos a subir por fín, a lo alto...



y cuidadito por donde cogemos pues podemos llevarnos alguna que otra sorpresilla.
El sistema fragmentado que recorremos nos ofrece multitud de grietas y fisuras...



que al ser caliza, en sus interiores nos brinda formaciones bastante curiosas.



Refugios y cuevas (como la del tío Pepito) con grumos de paciente formación...



y muy coquetos.




Los que estamos acostumbrados a ella ya no nos guarda muchos secretos por lo que
siempre es una aventura nueva cuando acompañamos a un nuevo visitante a la
grata gesta de repechar allí arriba.



Basta que lo llamen al móvil cuando está encaramando el último tramo del ascenso para
oirle decir...¡Estoy en Ubrique y voy escalando por encrespadas rocas...!
(Saludos Aitor desde Ubrique, en verde)



Pero no podía faltar entre las sublimes crestas de nuestra meta de hoy, uno de esos
caprichos pétreos que forma parte de los detalles de la sierra y que tienen cabida
en la imaginación de este blog. Nos referimos a los dragones de piedra vegetarianos
 como éste... de nombre "Papadanio cajilero" y que como todos ellos,
pertenece al grupo de los "Roqueromorfos".
(Un día de estos, publicaremos un buen número de ellos)



Un último esfuerzo y  preparados para encontrarnos con una de 
las visiones más impresionantes que
podemos llevarnos impresa en nuestra retina. 
Nos referimos ni más ni menos que a...



las asombrosas entradas a lo Garfunkel que coronan la testa de este donante de pelo 
que es el que suscribe. Bromas aparte, hay que añadir que junto a la cumbre hay una
cornisa inferior que en condiciones de seguridad, permite la realización de esta toma
que bien pudiera parecer una osadía. Eso sí, el vacío que pende a la espalda es real.




(Desde que subí por primera vez a la Cruz con catorce años, nunca he hecho 
el camino de bajada por el de subida. Desde primera hora y para darle alas
 a la aventura, el descenso fue por el lateral...



donde se encuentra el Trilito que ya conocimos en un paseito por la sierra).
Siempre será una aventura apasionante subir a la Cruz del Tajo...




y podemos asegurar que hay que hacer un esfuerzo para dejarla porque 
tiene como un imán atractivo que hipnotiza y que crea en nuestro espíritu, el íntimo deseo
de volver cuanto antes para poder admirar desde las alturas, al pueblo que nos vió nacer.



.

2 comentarios:

  1. ¡Qué buenas fotos, hermano! Por fin llegaste a la Cruz, después de tantos paseos. Me alegro mucho.
    Menos mal que no te has caído, desde el ordenador parece peligroso, menos mal que sabemos que solo es peligroso si te asomas demasiado, jeje

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  2. ¡Que bonito es mi pueblo!

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