martes, 18 de junio de 2013

Colección cinco. Cosas de niños.

Este conejo verde y adulto se está haciendo nuestra misma pregunta...
¿Cuántas veces de mayor nos hemos puesto como su color, de envidia sana cuando hemos...


visto jugar despreocupadamente y con alegría a un grupo de incipientes seres humanos
-humanitos saltando a "cole, colección cinco", por ejemplo- y viendo que no podemos literalmente sumarnos, terminamos pensado... ¡Bah! ¡Cosas de niños!?



Aunque los infantes tengan fama de peligrosos
y tengan que advertirnos del riesgo que suponen...



en el fondo podemos decir que son un sol...



y aunque a veces sean traviesos,
los niños forman una perfecta colección de soñadores.



¿Quién de pequeño no hubiese deseado un tractor verde o amarillo como 
el de la canción y jugar con él en el chalé de verano en la sierra?



Cosa de niños es el ser algo desordenadillos; aún están aprendiendo a hacerse mayores y 
en un exceso de confianza, van dejando sus bienes regados por doquier.



Pero donde mejor se les da eso de aprender es en la escuela.
Un servidor aún recuerda la escena de hace cuarenta y nueve años, la primera vez que
 nos llevó nuestra madre al Victor de la Serna -que este año celebra su cincuenta aniversario-
  por la calle doctor Reguera León; ella tirando de la mano y yo llorando.
 -"¡No...! ¡A ésa, no! ¡Qué ahí ponen divisiones y dan con la palmeta!"



Afortunadamente la escuela ha cambiado mucho.
 Ahora todo es paz y armonía (al menos en el intento).



No existen diferencias entre niñas y niños, sólo las fisiológicas naturales.
¡Lógico! ¡Hasta el agua es la misma!



Aprenden a hacer colecciones que son agrupaciones coherentes.
 Al verlas nos podemos preguntar el por qué no son verdes.



La vida para los educandos es más divertida actualmente.
Ya desde pequeño aprenden jugando las normas básicas para desenvolverse en sociedad.
(-"¡Esta bici es mía y no te la presto!"
-"¡Tú la tuya y yo la mía! ¡No doy!")



La etapa gris de la educación represiva ya fue superada. No obstante,
 aún existe un atisbo de cierto temor dentro de las clases pero es en los maestros.
Podríamos asegurar que en la actualidad, 
nuestros niños disfrutan plenamente de una vida en colores...



por eso tienen la colección de babis dispuestos para no mancharse  la ropa
con las ceras, las témperas y las "plastiquinas".



Pero la Escuela no lo es todo. Su educación primordial y básica está en las casas. 
Los primeros educadores son ineludiblemente los padres de las criaturas.
Ellos son los que enseñan a sus hijos el orden de las prioridades.



-"¡Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa!"
En este ejemplo se nota perfectamente que lo que está de más...
¡Son los jarrones!



Y en éste, claramente se ve que son los cachivaches que 
decoran el entorno junto al juguete infantil.



Como cosas de niños que son, ellos prefieren jugar espontáneamente a lo que surja.
No quieren sentirse encasillados ni recluídos en lugares concretos; 
ya tendrán tiempo para ello cuando crezcan.



Cualquier superficie suave y horizontal es buena para desarrollarse con el juego.
En la sana intercomunicación lúdica de los que vienen detrás, está el futuro de nuestro pueblo. 
Y al hablar de juegos, no nos referimos sólo a las "maquinitas" que indudablemente
están ocupando un amplio arco en la autoeducación de los peques, sino...



a aquellos tradicionales que aún se niegan a abandonar del todo,
 nuestra sociedad tan computerizada. 
¡Qué sorpresa más grata nos llevamos cuando nos topamos con este tocadé!



Presenciar el juego de los niños, es posible que sea la experiencia más entrañable 
que podemos tener los aburridos y envidiosos adultos.
Tal envidia nos lleva a decir cosas incongruentes como...



-"¡La infancia es una enfermedad que se cura con la edad!"
Seguro que si pudiéramos, volveríamos a sumarnos al carro de la niñez, a disfrutar de nuevo
de esos momentos como hizo el grupo de los increíbles "Toifiestao", de la Barriada de Andalucía, preparados en su intervención exclusiva para Ubrique en verde.
Decía Tagore que "la hierba siempre es más verde al otro lado de la orilla",
así que desde el punto de vista infantil...



esa etapa de nuestra vida, se nos hace a todos más larga que una micción cuesta abajo.
El momento de hacernos grandes, nunca llega. Siempre dispuestos a llegar más y más alto.
(Como en otras ocasiones, hemos "parchepixelado" los rostros de "todos los personajes",
 para favorecer el anonimato y nos reiteramos en lo de todos los personajes)



Las madres son las únicas que pueden permitirse el lujo de manifestar sus quejas
ante el  trabajo extra que suponen los hijos para ellas.
Pero hay que tener en cuenta que las regañinas de las mamás son ligths.
Las alumbradoras -que dan a luz- son las que lo dan todo por ellos
(incluso la vida si fuera necesario. ¡Un beso a las madres!).



Pero no hay que olvidar la imprescindible labor actual de los abuelos, a los que
últimamente se les añade el calificativo de un simpático animal marsupial australiano.
Las abuelas por ejemplo, son capaces de todo. Una nieta entusiasmada nos contó...
-"La Tata con unas tijeras ha picado muy fino unas lanitas de colores y ha preparado...



un regalo extraordinario que ha hecho con paciencia y mucho arte para mí!"
(¡Manos artesanas anónimas de Ubrique,
 enhorabuena por vuestras increibles creaciones!)



Como Mili que con paciente minuciosidad, ha creado estas increibles miniaturas en piel,
más chicas que un dedal para los piecitos de las muñecas de su hija Noelia.
("¡Se hacen zapatitos por encargo!")



Para ir concluyendo la colección cinco de cosas de niños, reseñar que posiblemente lo que
 más coraje le de a una niña, es que una mayor le embarque su peluche. Y que...



posiblemente lo que más coraje le de a un niño, es que un mayor le embarque la pelota.
 (Ubrique en verde no ha caido en la fácil tentación de plasmar 
 niños jugando al balón en la Plaza. Esa sí que hubiera sido una buena colección).
Así que sin pelotas o peluches con los que jugar y
sumamente encorajados...



nuestros infantes se han puesto en pie de guerra.
-"¡Adultos, temblad! 
¡Llegan las nuevas generaciones!"


(Si quieres ver "Colección cuatro. Piedras corazón", pincha aquí)



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4 comentarios:

  1. Recuerdo que un maestro (represor cultural y castrador de iniciativas) cuando yo estudiaba 4º de la antigua EGB me azotó con un cable eléctrico trenzado en el culo y delante de todos mis compañeros cuando me descubrió un villancico al que yo le había cambiado la letra. Ojalá esté en el inframundo sufriendo eternamente.

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    1. Yo recuerdo a mi padre autorizar a una maestra cuando me dejó en la escuela: "al rubillo ese (yo, claro), cuando se porte mal, le dá usted en el culo".. y debí de portarme mal, porque la hija de la gran bruta le hizo caso al bruto hijo de mi abuelo... Eran otros tiempos... Por aquí se estilaban unos palmetazos en las manos que se te quedaban tan anestesiadas que no hubieras podido ni robar caramelos, así que, querido Muriel, si el cable trenzado con el que te atizaron en el culete, ni siquiera estaba enchufado a la corriente, es que eres un braguilla.
      Un abrazo, amigo

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  2. He tenido la gran suerte que en 'mi' tierra, en mis años de 'cole' que eran los de '46-'54 ya no existían esas practicas de castigo corporal. (Mis padres si lo han vivido.) Aunque si habían unas monjas amargadas que te hacían sufrir psiquicamente de vez en cuando.
    Salu2
    Dorita

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    1. Pues sí Dorita. Don Quijote le comentaba a Sancho aquello de que "con la Iglesia hemos topado". También se le puede añadir aquél refrán antiguo de que "en la puerta de ningún beato, cuelgues el jato". Y es que la Iglesia "vuela" por encima del nuestro mundo. Perdona la tardanza en responderte pero me han absorbido asuntos terrenales de importancia. Gracias de nuevo por tus inestimables aportaciones y como tu dices... Salu2.

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