miércoles, 6 de noviembre de 2013

La finca de Fátima

Desde la viña Rifá, sentados cómodamente en su solariega terraza,
 no hay más remedio que quedarse absortos ante la familiar estampa de esta sierra;
 familiar al menos para este humilde blog. 
Y lo decimos porque ya estuvo presente cuando fuimos a ver si "había agua, en fuentes IX".



La corona este singular castillo, vestigios del pasado en el término municipal de Ubrique.
Detrás de la fortaleza están los restos de la ciudadela de Cardela,
a la cual protegía en la época nazarí, antes de que nos diera por cristianizarlo todo,
pero de poco le sirvió, además, con muy buenas vistas...



   y es muy probable que desde esa época venga el nombre  por el que
 se conoce toda esta zona, a la que nos hemos escapado de incursión (sin ir más lejos),
 con la sierra de Ubrique como telón de fondo...
 ¡Fátima!
 Bello nombre de origen árabe.
Y de la mano, a Fátima, esta vez vienen dos acompañantes de excepción
que ya lo hicieran en entregas anteriores como "el Huerto del Tabaco trae cola"
 o aquella en que nos hacíamos la pregunta de "¿Y la cruz de la Viñuela?".
Nos referimos a...



Ester y Arturo, siempre dispuestos a pasar un buen rato curioseando y
recorriendo las maravillas que nos regaló para su disfrute, la gran Madre Tierra.
-Resultará difícil no mostrar pasión de padre. ¡Je!-



Por el camino de Fátima se puede subir hasta Fátima en coche pero
 hay un punto donde ya no se puede avanzar más, obviamente.
 Una mirada atrás, comenzando la andadura del legendario sendero,
vemos la cancela recién cruzada para adentrarnos en la finca de Fátima
y al fondo la silueta inconfundible de la atalaya del castillo de Fátima.
Es un paseo agradable...



 lleno de sorpresas y de "moros en la costa".
 Aquí podemos disfrutar de la presencia inusual de unas carpas japonesas que,
junto al camino, disfrutan de su estancia en las puras aguas sobrantes
de la fuente de Fátima -¡cómo podía llamarse de otra manera!
(¡Por aquí todo es Fátima!)
Y algo más adelante...



Ester nos enseña dicha fuente, junto al caserío de Fátima.
(El surtidor está catalogado en el programa de los manantiales andaluces y
forma parte de la certificación de Ubrique como "Villa de las Cien Fuentes").
El hecho de haber agua constantemente en estas alturas asegura...



encontrar restos de hábitat humanos de todas las épocas.
Este tosco empedrado de nivelación de una obsoleta era de trillar, a las faldas del Torero
-promontorio montañoso aledaño al castillo de Fátima- o los...



 arcaicos vestigios de viviendas bien antiguas que podemos encontrar,
como estos muros que bien se asemejan a los que podemos encontrar en
 la ciudad íbero romana de Ocurrris, son prueba fidedigna de ello.



Habría que imaginarse la vida por estos lares en otros tiempos.
Con el trigo separado de la paja en la era, molido a vueltas de piedras redondas,
con sal de las salinas de Hortales, agua de la fuente de Fátima...



y cocido lustro a lustro en este perfecto horno de piedra caliza y
no de ladrillos como el de tesoros en la calle Saúcos, al pan sólo le falta 
el resto de la dieta mediterránea que bien conocían nuestros ancestros.



Ese fragmento de tégula -teja romana indiscutible- en la abertura de la tahona,
 es testigo de la importancia de toda esta zona desde la antigüedad.
 Un lugar calmo y lleno de paz del que estamos disfrutando,
 pero seguro que más de una vez, como dice el refrán,
alguien "quemó el pan en la puerta del horno".



Vamos a continuar el paseo por la finca de Fátima con
nuestros acompañantes de excepción...



pero con cuidadín.
 Es muy conveniente darle uso al intelecto y rodear esas "cajas sospechosas",
vaya a ser que nos pique algo más que la curiosidad, sobre todo
para evitar que se arrime a las colmenas alguien, inteligente igualmente y
 que igualmente, valga la redundancia, nos acompaña.



Se trata de Kiara, la obediente y dócil compañera de Arturo, que a modo
de avanzadilla, viene a avisarnos de que "no hay moros en la costa" y
que podemos continuar muestro plácido recreo campestre.



Justo en el viso, nos encontramos el legendario rancho del Vaquerito, agora abandonado.



Los vestigios de la antigüedad, recuerdo de épocas gloriosas
de vida en plena naturaleza,  una vez más afloran a campo abierto.



Cuesta trabajo pensar que la longeva tuna fuese otrora, una única paletona sembrada.
Y a saber cuántos eneros habrá nevado de flores blancas el recio almendro.
¡Quién sabe si fue el Vaquerito -el padre de Maruja- el que los sembró.



Pero la entrada del Vaquerito, será una historia aparte. 
Por lo pronto vamos a seguir curioseando, 
disfrutando de la agradable reunión familiar...



en este privilegiado entorno.
 Ya tendremos tiempo para más fuentes que rebosan y otras curiosidades.



Hoy saltaremos de alegría por poder aún respirar aire puro
 lejos de los coches y el hormigón. 



Saltaremos por el mero hecho de saltar, como prueba de que nos sentimos vivos.



Y saltaremos todos, todos...
menos un servidor -ese día no estábamos para muchos trotes.
No obstante, un sonido animal muy familiar, nos puso en alerta...



El vigía en su improvisada torre atisba en el horizonte y descubre que ahora sí...



ahora sí que tenemos "moros en la costa".
 Arturo tiene que fijarle la cadena a la nerviosa Kiara,
Ester, campeona de cien metros lisos, está preparada.
Por supuesto, no vamos a pararnos en pensar si será brava o será mansa,
por si las moscas.
 Ella está en su lógico ambiente natural...
La vaca, al Vaquerito.
Nosotros, a Ubrique que  somos los que estorbamos...



por lo que emprendemos el camino de regreso.
Los últimos rayos de sol permiten echar una tenue mirada al pantano de los Hurones.
Por supuesto la vaquita no nos hizo ningún caso. 
¡Mejor así! ¡No traíamos ni la capa ni las ganas!
Sólo habíamos subido un rato a disfrutar por estos lares.
Más concretamente...



en la finca de Fátima.
Podemos certificar que da pena el regreso pero es que,
 como somos de pueblo...



.

4 comentarios:

  1. Hola Manuel, quisiera saber si desde el portón, donde acabo de llegar (con Street-View jejeje) de la Finca de Fátima es lejos aun esta fuente ? Es que si tropiezo allí con 'toros a la costa' me da un patatús y me muero allí con las botas puestas ! En 'conoce tus fuentes' dices, unos 100 metros. Quedando en el mismo carril, ¿no?
    Porfa, dime que si o no. Sin prisa, es para la primavera que viene.(sDq)
    Un abrazo
    Dorita.

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    1. Hola Dorita, te contesto. Las vacas y los toros de la finca son palurdas, es decir, huyen de la presencia humana.
      En Ubrique no hay ganado bravo. El más cercano está en Prado del Rey, a veinte kilómetros. La fuente de Fátima está a unos doscientos metros del portón. Es cañada, por lo que se puede entrar sin problemas, siempre con el debido respeto al entorno como tu acostumbras. Avisanos en primavera, lo mismo podemos acompañarte. Saludos.

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  2. Gracias Manuel. En cuanto las vacas, si tropiezo con una, por muy mansa que sea, me quedo 'agarrotá', me dan pánico .Mas
    que un sendero lo dejé por imposible, volviendo sobre mis pasos, solo por ver vaca o caballo de lejos, sabiendo que estaba suelto jajaja.
    Quien sabe nos veremos en primavera !
    Abrazo.

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  3. Vaya diita chulo que echamos! Papá como siempre es un placer leerte, haces unas entradas que son auténticas aventuras! Espero que podamos repetir prontito..otra "incursioncita" de las nuestras! Un beso! :)

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