miércoles, 18 de diciembre de 2013

Ubrique, la lluvia y el circo

Es un hecho constatado que este otoño vivido que ya apunta a su fin,
es el más seco desde los años años cuarenta del pasado siglo.
El contraste entre el año pasado y éste, ha sido notable.
Sólo unas cuantas nubes han desfilado por nuestro cielo serrano
y podemos decir literalmente que sólo han caído cuatro gotas.



Los campos aledaños a la sierra de Cádiz llevan tiempo preparados y en espera.



Y nuestra sierra, seca como una tarama.
Las "mijinas" que cayeron, ni siquiera dejaron brotar la "otoñá".


Es época de poder hacer candelas sin riesgo de incendios veraniegos,
como el que asoló este verano el Cobre de Algeciras.
Eso sí, habría que intentar que ardiesen sin malos humos.



Igualmente, estando en otoño, alguno que otro ha sido un día de niebla
 como cuando subimos aquella mañana al Calvario tempranito...



pero las tónicas generales de este atípico equinocio, con poco alimento
en los campos para los herbívoros, han sido los días diáfanos...



unos atardeceres espectaculares...



y unas frías y claras noches -aunque de noche, todos los gatos sean pardos.
Pero de agua...



¡Ni una gota!
Y en esta tubería menos, que es la antiquísima de teja que recorría la parte superior
del acueducto del Convento de Capuchinos en el Rodezno.
A día de hoy, desde que empezó la temporada después del verano...



los escasos ochenta litros caídos, no son suficientes para
 abastecernos de nuestro principal nacimiento...



así que hemos tenido que subir y cruzar el arroyo Seco...



y accionar uno de los motores sumergibles del Rano para garantizar el suministro.



En pleno diciembre es decepcionante ver de esta guisa,
 a la llamada en los mapas, Manga de Ubrique.



Y el arroyo Seco bien se muestra al uso de su propio nombre.
La lluvia en la sierra no aporta nada de agua y por eso...



Nuestros ríos apenas son escuálidos charcos.
¡Una situación desesperante!
 Lo único que moja las calles de nuestro querido pueblo...



es el agua sucia que tiramos de los cubos de la fregona.
¡Vamos, lo que se llama un auténtico período de sucia sequía!
Y todo el mundo sabe que una prolongada sequía...



nos arrastraría inevitablemente a transformar nuestro hábitat en desierto.
Si ello sucediera...



no tendríamos necesidad de construir pirámides en él porque...
¡Ya las tenemos en el "Hiperzó"!



Lo único que tendríamos que hacer es acostumbrarnos a otro modo de vida.
¡Ojalá, nunca lleguemos a ver este árido extremo!
Pero algo tendremos que hacer para averiguar cómo hacer que llueva.



No nos valdrá que le gritemos desde la piedra del predicador
 en la entrada al Huerto del Tabaco, a los cuatro vientos de la Madre
 que se deje de sequedades y nos aporte su líquido y esencial elemento,
porque si ella no quiere, ahí nada podemos hacer -sólo contaminar algo menos.



¡Pero existía una solución!
Por la mañana. al abrir el balcón del tiempo, pudimos comprobar que el cielo estaba
felizmente encapotado y que empezó ¡a llover! No era mucho, pero era bendita lluvia.



Unos inusuales animales pastaban la parca hierba nacida en la umbría del mustio solar
resultante, de lo que era uno de nuestros edificios históricos. 
Vilmente destruido hace unos años.



podrían ser toros pero con más cuernos,
acompañados de otro animalito...



como sacado de un cuento peruano.
Estos animales "tienen que ver" con la lluvia caida.
La llama del por qué de las nubes que provocaron la ansiada llovizna se encendió.
La leyenda de Ubrique, aquella que dice que cada vez que viene el Circo, llueve...



una vez más se había convertido en realidad.
Y mientras estos prisioneros al servicio de la diversión de
 los animales humanos, esperan su numerito obligado...



los charcos visibles de la calle demuestran el agua caída.
Los alumnos del cole, prestos a disfrutar de la novedad al salir de clase.



Los trucos del circo por partida doble.
Ya sabemos por qué ha llovido.
¡El mal agüero del circo nos trajo la deseada lluvia una vez más sin fallar!



El agua ha venido y ya sabemos cómo ha sido. 
Tardía pero cierta, gracias al circo.
Los tristes animales en prisión perpetua ven llover... la misma lluvia
 que nos deja contentos y felices a las puertas de la Navidad,
ya podemos lanzar el grito de ánimo "antisequía"...
-"¡Venga, niña! ¡Vamos al turrón! ¡Que ya llovió!"
¡Pero no vamos a ir a un lamentable circo donde se maltratan animales!


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2 comentarios:

  1. Desde siempre cada vez que viene el circo, llueve. Es increíble pero cierto. Juan.

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    1. Dí que sí, Juan. Hasta los más mayores lo saben. Gracias y saludos.

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