lunes, 28 de octubre de 2013

Tesoros en la calle Saúcos

Dentro del Casco Antiguo de Ubrique, una de las calles más entrañables
-sin menospreciar a ninguna otra porque de bellas callejuelas,
 nuestro querido pueblo, tiene un verdadero patrimonio-
es la calle Saúcos. Casualmente empieza por donde termina
-los números de las casas arrancan desde arriba, en la Torre-
y cuenta con una señal sólo pero, "está de más" a todas luces.



Una de las peculiaridades de la calle Saúcos, es ser la ruta más usada por
 el turismo en Ubrique para ascender hacia el descubrimiento de tesoros y
a posteriori, de los secretos del San Antonio. De ello damos fe los que vivimos
en la plaza de aparcamientos de la Verdura.



Y es justamente, antes de doblar la primera esquina,
donde ha aparecido un tesoro escondido.



Se trata de unos toscos ladrillos ensamblados en bóveda, con perfectas proporciones.
Es una construcción con más de sesenta años, renegrida por su ancestral uso.



Ubrique en verde tiene el privilegio de mostrar en primicia,
 las únicas fotografías existentes del famoso y legendario otrora,
 horno de Díaz Baena,
recluido en una camareta de la calle Saúcos y
 desaparecido en la actualidad.



Corrían los años cuarenta... los tristemente llamados años de la hambre, 
cuando Díaz Baena compró fuera de Ubrique el misterioso horno y
mandó instalarlo en su actual y perenne ubicación.
 Cuentan que el tiro era interior y que la labor de los panaderos sería a lágrima viva.
Pero que se veían compensados gracias al tipo de pan que ofrecían con cada hornada.



Mientras en el molino de Cotrino (actualmente conocido como el Rodezno),
se amasaba, se horneaba y se servía pan negro de ración,
 Díaz Baena vendía a través de una reja,
 una especie de bollitos de pan blanco, cocidos en este horno de la calle Saúcos.
Cuentan que la cola de personas deseosas de engullir ese tesoro,
 llegaba hasta el callejón de Janeiro.



Cuando el horno se cerró, Díaz Baena, persona habilidosa,
 se dedicó a sacar muelas en su casa de la calle Botica, más arriba de la botica.
El desaparecido horno del pan blanco es uno de los tesoros de...



la calle Saúcos. Damos paso a doblar la esquina para poder apreciar que
la callejuela es en sí misma, un tesoro de la arquitectura popular...
¡Cómo un jardín de ensueño!
Vamos a recorrerla que merece la pena.



Una mirada a la izquierda y alzamos la vista hacia el Caracol 
-llamada así por sus recovecos- que es el itinerario natural para ir al San Antonio.



y junto a ella, la calle de santo que no quiso saber nada con las calles de los santos...
San Gregorio. Ambas confluyen en Saúcos formando un intrincado conjunto
 de poyetes, rampas, pechos, escalinatas, vivos y coloridos arriates y rincones escondidos.



Calle arriba y aunque podamos decir de alguna vivienda eso de que "esta casa es una ruina"...



nuestro tesoro del callejero, cuenta con algunas estampas típicas de Ubrique.
Ha sido mil veces modelo del concurso de pintura al aire libre
 y es el escenario lógico para el Nacimiento del Belén Viviente que
se celebra anualmente en nuestro querido pueblo. 



Algo más arriba, casi al entronque con la calle General Sanjurjo...
-"¿Qué? ¿Qué no es así? ¿Qué es la Torre? ¡No me digas!" 
-"Mira que lo advertimos en Calles con dos nombres... 
¡Qué nos íbamos a liar!"
Bueno pues eso, antes de subir el último pecho hasta la Torre,
nos encontramos con otro tesoro; éste natural. 
Se trata de la piedra con el curioso agujero, adosada a la antigua cuadra de Carriles. 
Gracias a esa formación caliza ahí nunca llegaron a necesitar 
uno de aquellos aldabones para amarrar las bestias en la puerta,
 mientras  se enjaezaban o descansaban aquellos dóciles animales.



Pero vamos a volver por nuestros pasos pues, aunque las bellas plantas
ornamentales que abundan en nuestra calle también ostentan el calificativo de tesoro,
no son ellas el motivo por el que estamos aquí buscando.



Ya tenemos la piedra aldabón, de Carriles y el horno, de Díaz Baena. 
 Al parecer nos vamos a ir sólo con dos buenos tesoros en el haber.
Desandando lo andado, no tenemos pena pues el mero hecho
de recorrer la linda calle, ya es un lujo... y para los que viven en la capital, más.



Ya íbamos a doblar la esquina otra vez, cuando una voz familiar nos llama
 la atención y hace que giremos nuestra atención hacia atrás;
hacia el jardín de ensueño.



-"¡Qué sorpresa! ¡Es Isabel!
 Pues nada, aquí que andamos en busca de curiosidades en tu calle.
Ya hemos visto el antiguo horno de Díaz Baena y el agujero en la piedra,
 donde amarraba el mulo a la entrada de la cuadra,  el abuelo Carriles."
-"¿Qué queréis, ver cosas curiosas? 
Pues en mi casa tengo unas cuantas.
 ¡Pasad!"
Aceptamos la amable invitación de Isabel Márquez.
 Lo primero que nos enseñó fue...



esa bella estampa del lavadero del Algarrobal reflejada en un retrato del Retratista
y que ha rondado por muchos de nuestros hogares gracias a un reciente almanaque.
El tesoro etnológico del Lavadero que sucumbió por el "progreso" en pro de los coches,
le sirvió de preámbulo a nuestra entrañable amiga, para enseñarnos unos cuantos
tesoros fotográficos relacionados y que ella guarda como "oro en paño".
Con ellos recordó cuando iban con la ropa y el pisto allí, a lavar...
¡A pasar la tarde!



Aquí en el centro, la vemos en plena faena como auténtica lavandera del Algarrobal.
A su izquierda, Carmela la "Garcela" y a su derecha, María Cabezas.
Se ven las paneras y las refriegas.
 Se nota que se cumple el refrán de a mal tiempo, buena cara.
Terminada la dura faena de restregar y restregar, para sacar la mugre
a los paños, en las frías aguas del solícito nacimiento, con jabón de aceite y sosa...



se disponían a zamparse el rico pisto, porteado en las cestas, con los jarretes de café.
Es un auténtico tesoro ver la alegría de las jóvenes de los años cincuenta, reflejada en sus
rostros, demostrando que una foto en aquellos años era todo un acontecimiento.
 En esta espontánea instantánea,  vemos a nuestra querida y famosa Isabel,
 vestida de negro, sentada junto a su cesta, disfrutando del momento como la que más.
En el grupo se pueden ver -porque ella nos lo dijo- a Pepita Coronil, a la "Anillá",
a Encarna, a Nieves la "Monea", a Carmela la "Garcela" y a María la del "Carbón".
-"¡Qué alegría de ser joven!" -suspiró nuestra anfitriona.



Una vez terminada la merienda, qué mejor que enjuagar los cacharros
 en el mismísimo Cogollo del Algarrobal.
-"¡Igualito que ahora! Ahí estamos María la del "Carbón",
 una que hacía tejeringos y la del "Chato"...
¡Ah! ¡Y yo también estoy, de pie en el medio!"



Isabel siguió sacando tesoros del baúl de los recuerdos.
Nos enseñó la de su boda...



y la de su maravilloso viaje de novios.



Y otras familiares, que por su curiosidad merecían la pena.
En ésta podemos ver el poyete que había después de la casita sola,
 en la calle San Sebastián.



Y en esta otra, la vemos a ella encima del desaparecido puente de Morilla,
por debajo de las escaleras de la casita sola, cuando una inundación.
Uno tras otro, Isabel nos enseñaba sus tesoros hasta que
 llegó la hora de hablarnos de su verdadera pasión...



Las entrañables y tradicionales canciones de columpio, 
tan imprescindibles en nuestros días de los Gamones.



Nos contó que una vez participó en un concurso de coplas de columpio en una romería
(con entrañables personajes de la radio local presentes)...



y lo hizo tan bien que fue galardonada.
 Isabel conserva esos bellos tesoros del recuerdo en su mente.
Ella fue quien nos ayudó cuando estuvo



Y se muestra orgullosa de haber dedicado su vida a la vida de su querido pueblo y
el haber sido mínimamente recompensada, le satisface.
Nosotros desde Ubrique en verde, queremos agradecer a Isabel,
 toda su aportación a la cultura e idiosincrasia de este lugar que nos vio nacer.
-"Isabel, eres un tesoro que cuida y vive en el jardín de ensueño que es Saúcos"
Y lo decimos así porque ella misma nos enseñó...



su preciado recorte de prensa.
 ¡Un verdadero tesoro!



Definitivamente, nuestra apreciable calle Saúcos es un gran tesoro de ensueño.



.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Carteles para pensar VI. Comunidades

La convivencia es una cuestión que atrae sobremanera al sentir de Ubrique en verde.
Por eso vamos a hacer una entrega especial sobre este tema y
sobre las brillantes ideas que surgen para la mejora de la misma,
por parte de personas que les duele ver como se pisan o
vulneran los derechos de los convecinos y propios.
Y como no, con el "monotipo" que siempre encabeza las colecciones de mensajes
 que vieron la luz en este humilde blog con el título de "carteles para pensar I".
Nadie se ofenda si localiza el que se exhibe en su bloque o casa,
todos mantendrán el anonimato por supuesto.
No tratamos de evidenciar ni menoscabar a nada ni a nadie.
Sólo decir que pensar en los demás nos puede hacer la inevitable convivencia
más civilizada y lógicamente, menos anuncios de protestas desesperadas y avisos, habría.



Hablando de avisos...
 Este si que es conciso y profesional.



Éste, algo más escueto, nos recuerda a un célebre cantautor catalán...
-"¡Niño deja ya de joder con la pelota que eso no se dice,
 que eso no se hace, que eso no se toca...!"
¿Será preferible que la infancia juegue quietecita a la maquinita?
Sea como fuere, se puede decir que son "cosas de niños".



Dentro de los carteles para pensar en la convivencia, existen muchos de los llamados
"imperativos"-que ya los estuvimos viendo en la edición anterior.
De entre ellos, algunos por saludable y lógica premisa, ya es hora de ahorrárselos.
Y a la hora de arrojar la colilla habría que tener en cuenta el alto poder contaminante...



de la misma y el daño irreversible que se le imprime al ecosistema con el "simple algodoncito".




Es común ver avisos en las puertas de las casas para anunciar a los comerciantes
callejeros, los deseos personales. Como por ejemplo aquel famoso...
-"¡Pepe, hoy no quiero pan!"




Hay otros más pretenciosos que no dudan en alardear de escalinatas de lujo,
para el uso de los lectores de Ullastres y que por ahí se llamarán de otra manera.
Y hablando de luz, podemos encontrar...



desesperados mensajes en el tablón de anuncios, literalmente hablando,
por falta de medios fungibles, como el papel 
y destinados al electricista que vive en el primero B.
Es, como una indirecta.



Como desesperado y harto, está también el fontanero que
 por su grafía, se denota que es de clara ascendencia Sioux...
-"¡No tocar si no saber!"



La desesperación nos lleva a avisar a los demás de
 nuestras particularidades personales e...




intransferibles y el derecho a que sea respetada nuestra propia libertad.
No es conveniente en este caso que dejemos entre rejas a las personas.



¡Por un lógico y aplastante sentido común!



Pero muchas veces nuestra actuación es de ignorancia supina y
 nos pasamos por la misma -por la "supina"- los avisos que rezuman nítida claridad.




Sin embargo la respuesta puede ser también de la misma índole.
No pueden darnos igual las cosas.
Si toca, toca. 
No debemos claudicar y que nuestras responsabilidades... 



las acometan los otros.
Es tarea de todos colaborar para mejorar...




la convivencia en las comunidades.



Y es que hay casos y ascos. Carteles que dan mucho que pensar y...




que cuentan con la solidaridad vecinal -al menos con la del tercero A.
Pero los problemas aumentan, si cabe, en las comunidades,
 cuando se actúa de forma irresponsable con las propias mascotas.




Y es que las zonas comunes de donde vivimos; donde pasamos y pisamos,
 deben respetarse. La primigenia de las razones nos dice que...



Y no sólo eso, sino que...





¡Conchiles!
 ¡Qué hay que decirlo todo!
 ¡Qué no caemos en la cuenta de nada!
-"¡Y haced el favor de cerrar la maldita puerta...!"



-"¡Además, hacer el favor de no tirar nada... ¿por detrás?"




-"¡Ah! ¡Qué era por eso!"
Pero no son los roedores la única justificación para mantener la puerta cerrada.
Hay un bloque en particular que es poseedor se serios problemas con la fauna...



Con tanto bicho suelto y tanta armonía, se parece lógicamente, a la casa de la Pradera.
-"¿Queréis hacer el favor de cerrar esas puertas...? ¡De una vez!"



Con tanto chorizo suelto, vamos a tener que contratar los servicios
 de un buen abogado o gestor especializado
 para la elaboración de nuestros carteles avisadores.
Algunas comunidades lo han hecho y ya tienen
 en la presidencia, personas con una muy buena formación...



 Si es que hemos podido terminar de leer esta acongojante misiva,
 tendremos en nuestras mentes, la imperiosa necesidad de cerrar bien las puertas,
 intentando a la vez dominar el pánico.
 Para terminar añadiremos por enésima vez y por nuestra seguridad, eso de...
--"¡Cerrad bien la puerta pero no obstante...



¡Vaya a ser que despertemos a los bebés, a los trasnochadores o
 a algún que otro lector de la luz!
Sin embargo, no creamos que hemos terminado
con las entradas de este humilde blog,
 ¡no!
Por el momento lo dejamos en ésta pero...



Podemos considerarlo como una "amenaza" de Ubrique en verde.
 Mientras, podemos seguir manteniendo bien cerradas nuestras puertas.
Y eso que los japoneses en su magna sabiduría, dicen que...
 "La puerta mejor cerrada es aquella que puede quedarse abierta"



.