lunes, 24 de noviembre de 2014

La pleita del espartero

Al hilo de los oficios antiguos en peligro de extinción -ya pudimos comprobar
"Cómo hacer un canasto de varetas"- hoy vamos a versar sobre una ocupación que
hasta los tiempos de esta foto, era común ver en nuestro querido pueblo.
-"¿Quién no ha intentado hacer al menos una toniza de palmichas?"
Pero no hemos buscado en Ubrique sino que, aprovechando el parentesco
de un gran amigo nuestro con un experto en las lides del esparto y la palma...



nos hemos acercado hasta la localidad cercana de Prado del Rey. 
Allí visitaremos al genuino y genial artista de la confección
con fibras vegetales de los más variados elementos, 
en un oficio tan antiguo como el Hábilis.



Nuestro anfitrión se llama Miguel Velázquez y es hermano de padre de Inés,
una paisana querida nuestra que en gloria esté. 
Vaya para ella dedicada esta entrada de este humilde blog. 
Y hablando de entrada...



nada más hacer ésta en la casa de su hermano, sobre la mesa pudimos comprobar
 lo que que prometía ser una interesante tarde de visita.



El mismo vaciabolsillos era de la pleita de palma hecha por el espartero.



Miguel nos pide que le acompañemos a su taller.
Toda la casa muestra por doquier su arraigada afición.



Y con pasión nos fue enseñando los entresijos de este arcaico oficio,
 tan vivo y actual, en sus manos. Manos con las que elabora auténticas obras de arte...



con fibras de esparto...



y hojas de palma desecadas con paciencia. Materia prima que ya en...



el interior de su amplio y oloroso -huele como si el campo se hubiese colado- taller...



el genial artesano nos muestra sus obras y materiales para la realización de la
pleita, el reuncho, la soga o el cordelillo para la trencilla,
 de tres o cinco ramales -siempre nones- de varios haces que forman
largas tiras enrolladas para después coserlas entre sí, según lo que se quiera hacer.
Entre otros... Aguaderas, albardas, bolsos, bozales, capachos, cinchas, escobas, esparteñas,
esportones, esteras, estropajos, jarmas, petacas, pocetes, queseras, seros, sombreros,
serones y hasta fundas para el móvil -por actualizar el oficio.



O esta versión de serones para la típica "movilette remolachera".



O estas jáquimas para enjaezar a los jamelgos.



Miguel nos muestra orgulloso este rústico revistero de esparto para colgar.



Ceretes para los higos fafaríes.
Fundas para botellas -"¿Qué es eso de la espuma amarilla...?"



Trenzados salvamanteles...



y trenzadas figuras de animales.



¡Vamos! ¡Toda una exposición permanente! Incluidos los "reorcillos"
 para avivar la copa de picón -o la barbacoa más modernamente dicha.



Elaborados quitasoles pequeños...



y grandes, para ventanas y puertas, realizados con una maestría palpable.



Y la especialidad de la casa...



las esteras de entrada a los hogares. 
Modelos suficientes como para poder elegir entre distintos tamaños y...



   curiosos y variados modelos.



Uno a uno -y no todos, pues no habría tarde para verlos y hay que merendar-
Miguel, con suma amabilidad, nos muestra sus obras de arte -algunas policromadas.



Colores que se entremezclan, con una ciencia que nos dará mucha pena
el día que se pierda. Por eso es de agradecer la labor de nuestro amigo Miguel...



que con orgullo, satisfacción y paciencia, va eligiendo las hojas de palma
o las briznas de esparto para dar consistencia y justificación a su ancestral oficio.



-¿Quién no durmió de bebé de mantilla en un capazo del palma, antaño...?



-¿Y quién no tiene una ultramoderna funda para el móvil del mismo material, hoy en día...?



Miguel y nuestro amigo -su sobrino- sujetan la labor maravillosa de la pleita del espartero
-que por ende también se nomina esterero por su redondo trabajo- 
en un gesto de transmisión del tesoro etnológico que antaño poblaba nuestro Ubrique...



pero que para esta ocasión, lo hemos inmortalizado en nuestra visita a ese
 Pueblo Blanco hermano que se mece entre Las Lomas y Cerro Verdugo.




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lunes, 10 de noviembre de 2014

Sierra Baja. El descenso.


Habíamos estado dando un paseo por Sierra Baja -que está allá arribota del todo-
en la Sierra de Ubrique. Un paseo que llega a quedarse pequeño ante tanta inmensidad.
Lo agreste de tal mole caliza, desaparecía...



cuando después de la subida a Sierra Baja, nos encontrábamos con esta increíble
 altiplanicie -setecientas hectáreas con vaquitas y todo, como en Covadonga.
Deambulando por tan altos lares reflexionábamos sobre las costumbres
depredadoras a la que se ve sometida, la que debería ser "sierra intocable"...



y más cuando mirando al suelo, vemos restos de una de las actividades más viles y
lamentables de los animales humanos... ¡La muerte de seres vivos por pura diversión!
Pocos animales libres se ven en la zona... pájaros, buitres y para de contar.



De vez en cuando se ve el rastro del escarbadero de algún conejo.
Pero si le meten un tiro porque por lo visto eso es lo que se merecen...



las madrigueras terminan cogiendo telarañas. Por ello, como matar hay que matar
 a la fuerza y no hay mucho a lo que disparar,  los matadores han recreado...



madrigueras con majanos de piedra y otros inventos destinados a crear vida
para eliminarla. Es una"buena filosofía"... ¡Si es un ser vivo, hay que matarlo!



No estarían mejor los pobres e indefensos animales, correteando y saltando por
esta maravilla que nos regaló tan cerquita -recordar que no hay que ir a Asturias-
 la Gran Madre Tierra. Incluso -¿Quién sabe?- se podría recuperar el equilibrio perdido.
Soñar es gratis y cuesta mucho menos que otras actividades más destructivas.
Antes del descenso, que ya se estaba echando la tarde encima, decidimos...



echar un vistazo más y nos encaramamos en uno de los montículos pétreos
de los aledaños. Dos sorpresas al menos, nos esperaban.



Una vez sobre la atalaya, pudimos distinguir el corta fuegos por el que nos habíamos
adentrado a esta increíble maravilla, oculta a los ojos desde nuestro querido pueblo.
Y abajo, en una dolina cuajada de nogales, unas construcciones.



Por un lado pudimos ver una monería en la llanura: la Casa Refugio.



Delante de ella una de esas maravillas de reserva de agua que pueblan estos lares...
Una recién restaurada aljibe -la única manera de aprovisionar el líquido elemento
en este calizo medio tan permeable. Y delante,
 los tradicionales nogales que dan nombre a este enclave privilegiado.



Todo el conjunto se centra en una de las dolinas que salpican estas alturas
y que ofrecen rincones idílicos para la meditación.



Subirse a estos promontorios nos da la idea fidedigna del paraíso donde estamos.
-"¡Y pensar que algo más allá hay otra aljibe de similares características y, cerca,
el cortado de la impresionante Merga de la gran falla de la Sierra de Ubrique!"



Cerca del llano con nogales podemos ver una parcela de terreno cercada
 con lineales piedras colocadas a posta. Tras preguntar a posteriori el por qué,
nos llevamos otra decepción. Por lo visto, son inventos para la cría de conejos.
Desde luego, a esos pobres animalitos, literalmente les ha caído la cruz encima.



Abandonamos la atalaya provisional. Nos llama la atención esta higuera bravía,
tan poco frecuente por la sierra donde abundan algarrobos y acebuches. Y mirando
hacia abajo para no perder pie, pudimos capturar con la cámara un premio...



Un pilón de los que dicen, abundan por aquí para recoger el agua de la lluvia.



Cuenta la leyenda que el pago por el arrendamiento de los pastos,
 era la labra de un pilón anual por parte del arrendatario pastor.
Es una bella sorpresa encontrarlos...



en los más insospechados lugares. Estas prácticas son más estéticas con el entorno
que la proliferación de la desusadas bañeras que ubican como bebederos...



para las que les gusta jugar al esconder tras los intocables palmitos.
Marchamos ya hacía el descenso. Quedan más días que olla.
Ya volveremos a coger nueces a Sierra Baja o a visitar los Aljibes.



O subir al recién nombrado pico del Gamón que es la altura más importante
 de la Sierra de Ubrique.
Desde ahí arriba se ve hasta Gibraltar -son más de mil cien metros de altura.
Ya regresaremos, pues la tarde cae impaciente y de noche todos los gatos son pardos.



Un buen muro -mejorando a Pink Floyd -separa la altiplanicie de la bajada.



Y mientras bajamos, les vamos diciendo adiós a las compañeras de escena.



Cabras que casualmente están abajo de la piedra del camino, mientras
que la "Corniidem", está arriba bien aferrada.



Mientras ellas parecen diseñadas para transitar como "Perico por su casa"...



por el magnífico y caprichoso caos pedregoso de la debacle caliza de estas alturas...



nosotros, animales humanos, buscaremos allá abajo, la comodidad del querido pueblo.



Ubrique, que desde aquí arriba ofrece una estampa que enamora y subyuga, 
cuando sobre el paisaje en lontananza...



se cierne el crepúsculo.



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