lunes, 15 de junio de 2015

Subida a las cruces de la tradición.

Sirva esta sutil instantánea de una carrera de aviones, entre dos cruces para
arrancar esta nueva entrega con una de las pasiones de Ubrique en verde... 
¡Las incursiones -sin ir más lejos- a lo alto de la sierra!
 Subir y repechar por los entresijos de nuestro privilegiado entorno, es medicinal.
En esta ocasión habíamos vuelto a llevar a algunos de los que vinieron a
una incursión con corazón, para canchear por las cruces de la tradición,
de nuestro querido pueblo. Dicen que cuentan que hace una pila de años
 -no se sabe a ciencia cierta si fue por causa de unas terribles tormentas o
por miedo al devastador terremoto de Lisboa de 1755, el caso es que-
 se extendió en el Ubrique de aquella época, el temor de que las encrespadas
rocas calizas que lo rodeaban, se precipitarían inminentemente.
Fue entonces cuando un fraile tuvo la idea de colocar una cruz encima de cada
promontorio elevado -Benalfí, Tajo y Viñuela- para que fuera ese
"símbolo de los de acá", el que impidiera los desprendimientos.
En la actualidad incluso, habría que tener en cuenta una Cuarta cruz.



Esa mañana quedamos para subir a dos de las cruces de la tradición.
Ahí estábamos, en el Concejo y detrás, en la cúspide, la primera.
Esa peña de la que siempre nos hacemos la misma pegunta...



La subida desde la misma plaza del Carril, comenzó vertiginosa hasta recorrer
Nuestro primer destino estaba por encima
Es una zona donde se intercalan entre las recias y solubles calizas...



grandes retazos de tierra fértil, donde se sembraban antaño las vides que añadían
 fama al mosto de nuestro querido pueblo. Por lo visto en la Torre había un lagar.
La "filoxera" se encargó de hacerlas desaparecer como en tantos otros lugares
pero esas viñas quedaron para siempre en el recuerdo popular porque dieron nombre...



a la cruz de la Viñuela. Sobre el cancho se ven los restos de madera que demandan
a la autoridad la instalación de una "un poco" más duradera.
-"¡Allá vamos!"
Pero la suave subida momentánea-porque hay que entrarle por detrás...



se interrumpía de sopetón.
 El impresionante "derrame geológico desgajado"
del Paso Indio, nos cortaba bruscamente la fila..."india".
Por su merga -inclinada- que asciende, saldremos de ésta...



pero antes hay que repechar para llegar al primer objetivo...
Tocaba arañar las calizas con las manos... ¡La seguridad ante todo!



Pronto alcanzamos el culmen.
Ubrique a nuestros pies y a los de la siguiente cruz...
La del Tajo en el centro de la imagen...



Las primeras en llegar fueron las "Súper Nenas". En los rostros se notaba
la ilusión de la primera vez en cubrir este "ocho mil".



Alguno que otro estamos hartos de subir a este hito natural, no obstante
siempre que se sube, la emoción es latente. 
Es como la buena música...
¡Nunca cansa escucharla...!
-"¡Y hablando de escuchar...!"
Ensimismados estábamos cuando sonó un móvil en las alturas...
Era nuestro hermano Leandro que nos había"guipado" desde su casa...



-"¡A ver! ¡Saludad que os estoy encuadrando!"
La escena no dejó de ser al menos, pintoresca y gratificante.
Tocaba descender.
Por el momento la incursión de las cruces prometía.
Los que conocemos como la palma de la mano nuestra sierra, sabemos...



rincones y detalles de los que estamos deseosos compartir 
como la ventana de la Viñuela -una piedra puramente en tenguerengue-
a la que nuestras valerosas guerreras, no dudaron encaramarse.



El arriesgado descenso del "Diablo", previo a la entrada...



Su acertado topónimo nos indica que es de "paso". 
No obstante hay que entretenerse obligatoriamente...



en la cueva inclinada -entrando a mano izquierda... Es un refugio formado por
la disolución parcial de un "fragmento" de uno de los estratos laminados calcáreos;
originariamente horizontales, los movimientos orogénicos le dieron la inclinación.


La misma inclinación que tiene la merga de "salida" y
que pudimos ver previo a la subida de la cruz de la Viñuela.



-"¡Cuando el repecho se complica se palía el "riesgo" aferrándose a la caliza con firmeza...



de esa manera se pueden alcanzar las más elevadas cotas -nunca mejor dicho!"
La agreste travesía nos iba deparando "sorpresas" en su transcurso.



Nuestro "Fran de la Jungla" particular de la calle Real,
 sostiene en la mano la muda de piel de una
de las imprescindibles, inocentes, protegidas, únicas, necesarias e incomprendidas
culebras que a tanto "insensible mentecato" le gusta matar.
 Por desgracia, la religión se encargó de somatizarlas 
-entendido como histeria crónica- 
comparándolas con el mismísimo diablo, allá en el paraíso terrenal.
 ¡Bien sabemos que son sumamente inofensivas y beneficiosas!



Un antiguo alfanje -llanito para hacer picón- nos sirvió para una refrescante autofoto.
La marcha proseguía y la Gran Madre Tierra en esta nuestra sierra seguía agasajándonos.



Unas preciosas orquídeas se acomodaban a nuestra vista y a la dura roca.



La "Transierra" continuaba entre el pie de piedra...



y la afamada cueva de la Vieja, de la que se dice que es la guarida del "Allien".



Un "fenómeno extraño" de calcita "disuelta y repuesta, de amenazantes ojos
que no causó ningún miedo a nuestras intrépidas "supernenas".



Por debajo de la cueva de la Vieja aún perduran los restos de una antigua calera.
Nuestro "Fran de la Jungla" particular, demostró con su disertación que, además
de ser experto en reptiles, era un experimentado disertador sobre la arcaica cal.



Atrás en lontananza, quedaron la Era del Ubrique el Alto y la ciudadela árabe de Umrica.
Estábamos ya, repechando a la segunda y principal de las cruces de la tradición...



Una gesta de tal envergadura merecía un receso antes de la culminación...
Siempre se ha dicho que... "¡No eres de Ubrique si no has subido al Cruz del Tajo!"
Sabemos que "algunas" están a punto de conseguir dicho objetivo.
Bastaba que nuestro experto en reptiles y cal, terminase de dar un gratificante
buche de agua al continente del líquido elemento -muy al gusto de este humilde blog.
Sin mentar alguna connotación religiosa, los mástiles metálicos de
la única cruz que perdura, de las tres oficiales, nos esperaban impacientes.



Un último esfuerzo y...



-¡Tatachán...!
-"¿Ha costado...?"
-"Suponemos que... ¡Por supuesto!"
La ascensión a la carismática cima 
-emblema natural de nuestro querido pueblo...-
¡Tiene que costar...!
¡Los mejores premios sólo se consiguen con arduo esfuerzo...!
-"Podéis sentiros orgullosas. Para ello sois... ¡Las Supernenenas!"



La breve pero "interminable"estancia in situ es una de las operaciones más arriesgadas
de las incursiones a nuestra sierra. Es una experiencia mística como bien quedó



Es tan emblemática la ascensión que millares de instantáneas pululan por las redes.



Ahora sí... Junto a la cima existe un rinconcito que nos gusta llamarle "el Balcón".
La bajada la hicimos por la delantera lateral inclinada...
Se trata de un trepidante descenso por el que se llega al Huerto del tabaco,
al cuál hoy no hay que ir pero que justo en la entrada, hay que repetir
una tradición de pocos años. Ya supimos de ella en "Cómo hacer que llueva"...



y es gritar algo hacia el pueblo yacente a los pies, desde la "piedra del Predicador".



Cada "cuala" y cada cuál a su estilo y potencia vocal...



y acompañándose de dramáticos gestos de refuerzo...



los de "abajo" pudieron escuchar los implosivos gestos sonoros
-algunos de ellos muy al gusto de este humilde blog.
-"¡Podríamos decir que el rojo y el verde quedaron hermanados!"



Con gran magisterio, ninguno de los unidos en la proeza, se quedó sin su clamor...



Ubrique en verde, una vez más, lanzó su ululato desgarrador desde la piedra del Predicador.
Un alarido de reclamo por una vida conveniente para el sostenimiento del mundo natural.
-"¡Aaaaarrrgggg...!" -resumido.



El descenso inminente nos deparaba no sólo la vista 
-a través del trilito natural-
de la calle donde comienza el Camino de Ronda...



sino que obligatoriamente, había que bajar por el divertido y recio tobogán...



para poder llegar a los reformados prados de la Calera...
La incursión entre dos cruces se podía dar por concluida.
¡Faltó la tercera...! 
Aquella que está en la sierra del Benalfí en el Salto de la Mora,
pero como por lo visto, con el "arreglo" de Ocurrris -con tres erres por supuesto-
habrá que pedir permiso para poder subir otro día... ¡O no!



Lo cierto y lo fijo es que, reiterándonos en la gratitud y dirigiéndonos a los
protagonistas de la aventura, reseñar 
-ante el pequeño descanso que nos dimos en el flamante depósito de la Cornicabra
 que, subir con ellos a las cruces de la tradición fue una experiencia fuera de serie. 
Y si el resto del mundo no lo cree... ¡Qué prueben...!




.

domingo, 7 de junio de 2015

Una incursión con corazón

Estábamos fraguando una subida por la sierra de Ubrique que no implicara
el encuentro con tortuosas piedras por el camino. 
Un recorrido apto para todos los niveles y edades.
Un camino por veredas, de ida y vuelta al Aljibe que no supusiera mucho "cabreo".
 Preguntando, preguntando surgió ésta... ¡Una incursión con corazón!



Aquella mañana fue la postrera del día de las Candelas, en nuestro querido pueblo.
Al salir a la calle, dimos de bruces con los restos del fragor de "la cruenta batalla"
acaecida contra los franceses. Miles de gamones yacían explotados por doquier
...y un sin fin de otras materias reciclables, no obstante, las cubetas estaban vacías
-es que en la época de la Revolución Francesa no se jugaba al baloncesto.



Habíamos quedado como casi siempre, a las diez en el Jardín.
De camino al encuentro, llamaba profundamente la atención, ver
cómo la atmósfera trataba de impedir que se difuminaran los retazos de
humo de la noche grande y cultural, única e imprescindible, de Ubrique.



La incursión con corazón prometió sorpresas musicales y para ello
se habían sumado a la causa, cuatro voces de la Coral Polifónica "Ocurris Populi"
-que no hace mucho, había actuado en ese mismo lugar el día del Trabajo.
El periplo comenzó...



y casi sin darnos cuenta con la emoción, los andarines y andarinas,
 le habíamos cogido la trasera al Paso Indio, por la antigua vereda...



que usaban antaño los rudos aborígenes para el aprovechamiento de los
escasos medios que ofrecía la dura sierra... 
Algarrobas, cabras, cisco y picón.



El primer punto estaba cubierto. 
Continuaríamos el ascenso por el primer trazo curvo del imaginario corazón...



y quién más corazón parecía poner en el empeño, 
eran nuestras intrépidas compañeras de ruta.



No se trataba de vertiginosas subidas que aceleraran el corazón sino de
una pausada ascensión que diese cabida a la contemplación y a la meditación.
Ya "andábamos parados" cerca del último repecho antes de la primera Aljibe,
sobre un antiguo alfanje -llanito de picón- rodeados de ardiviejas 
con sus llamativas flores rosadas, y sonrientes por el respiro.
La sierra es, ha sido y seguirá siendo, exigente para quiénes osen
penetrarla pero a la vez es, ha sido y seguirá siendo, generosa y gratificante.



La sierra encierra tres iconos que deberían ser "reconquistados"
 por todos los hijos de nuestro querido pueblo.
 Algo así como aquello de que "no eres de Ubrique si no has
subido al Calvario, a la Cruz del Tajo y al llano de la Aljibe".
Y mira que casualidad que este último, estaba ya detrás nuestra.
Un paraje de insólita belleza que causa admiración la primera vez...
¡Y la segunda...! ¡Y la tercera...! ¡Y la cuarta...! ¡Y...!



Era hora de admirar el ingenio hídrico que supone la primera de las
varias aljibes que pueblan este mundo calizo y sumamente permeable...



Esa manera tan arcaica como actual del aprovechamiento del agua.



Detrás de la Aljibe está el "Llano". Es una dolina geológica, cargada de
interesantes leyendas y reales historias. Nada más llegar al "premio"
que ofrece nuestra sierra, lo que se apetece es retozar como cabritillos.
Ahí fue hora de un refrigerio, de respirar aire puro, 
de contemplar los vuelos de los buitres, de cantar a cuatro voces...



y de disfrutar la atracción del impresionante eco.
Los de la Coral no fuimos los primeros que habíamos hecho
 sonar acordes musicales aquí; cuentan que antaño, 
solía la Banda subir con los instrumentos a ensayar con "rever natural". 
-"¡Gracias por la foto, Ana!"



Subir a estos lares conlleva experiencias únicas.
Incluso los más experimentados senderistas de la montaña 
sentían el magnetismo de éste mágico lugar. 



Era hora de ver salir al perezoso sol del mediodía 
-tras la impresionante falla que nos enmarcaba-
 para añadir algo más de luz si cabía a las entrañables fotos
 que perdurarán en el gratificante recuerdo.
 Irrepetibles instantáneas del corazón... femenino.



 E irrepetibles instantáneas del corazón... masculino.



Ya sólo le falta al selecto grupo de personas, deambular entre
"las dos cruces de la tradición", para "ser de Ubrique"-si aún no lo hicieron.
Tocaba comenzar a descender por el arco superior izquierdo
del corazón de la incursión. 
Pero para añadir interés general,"Ubrique en verde" 
siempre gustó de instantáneas sorpresas....
Agazapado y oculto en el vientre de un frondoso lantisco...



fuimos congelando para la posteridad, los momentos sorpresa...



de los integrantes del grupo humano que aportaron...



todo su corazón, su empeño, su energía...



y su prodigiosa voz...



-incluido el tenor- para que el paseo matutino fluyera con ahínco.



Madre y padre que disfrutaron del entorno privilegiado...



inculcando a su hijo, el imprescindible amor por la Naturaleza. 



Mientras otros aportaron la experiencia.
Desde este medio, dar las gracias a todos ellos por añadirle
 una nueva dimensión a las incursiones de este humilde blog.



Y allá que nos fuimos en busca del recóndito corral de José Gómez
-el pastor "desconfiado",..



y, como no podía faltar, en el chivero de la genuina e histórica cabreriza,
nos hicimos la autofoto de rigor -como aquella vez que fuimos
con la cámara puesta sobre una piedra de selfie.
La incursión con corazón iba por la mitad -y un poco más.
Tocaba descender por el arco superior derecho cardíaco...



y cardíacos quedaron algunos al ver por donde había que bajar...
-"¡Menos mal que era voluntario...!"



Sólo algunas decidieron experimentar el internarse en las entrañas de la sierra y
sentir el frescor que surgía de aquella profunda diaclasa, optativa.



El retorno -con nuestro querido pueblo de nuevo a la vista- era inminente.



Ya podíamos ir disfrutando de la culminación de la ingente gesta en nuestro periplo serrano.
Con un sístole en una mano y un diástoles en la otra,
nos dirigimos a la aljibe de tío Paco, pasando por la Corona...



Tan pletóricos en el descenso veníamos que alguno,
 aún seguía "volando" cual "superhombre", con la imaginación.
Aún nos esperaba alguna que otra visita. 
La montaña de Ubrique, aparentemente yerma...



guarda una verde y grata sorpresa -muy al gusto de este humilde blog.
-"¡Un frondoso y productivo huerto serrano...!"
El responsable de este "esplendor en la Sierra"...



es nuestro entrañable Lorenzo -que aquí posa junto a su señora.
Siempre que pasamos por "el Chalé" de tío Paco, nos recibe con suma amabilidad.



Para esta ocasión, nos abrió las puertas del fruto de su minuciosa labor.
Nos explicó los procesos y el aprovechamiento significativo del agua 
de otra de las legendarias aljibes... Y mientras sus productos,
sumamente ecológicos -tan tradicionales y tan de moda actualmente- crecían,..



se entretenía en una especie de "cómo hacer reciclaje en verde" que nos 
añadió una más al conjunto de las sonrisas de la "corazonadora" incursión.



Y bajo la sombra del "calistro" de lo de tío Paco, un momento de reflexión...
-"¿Cuándo sería la próxima...?"
-"¡Cuánto antes...! 
Siempre que vayamos con el respeto que se merece, la Sierra nos abrirá sus puertas...



se dejará redescubrir y reconquistar.
Nos permitirá disfrutar de momentos inolvidables y 
de ver las cabras de José, el pastor.



En el peñón del Caldereto -en la ruta de los Miradores- nos despedimos.
Con el corazón en la mano, agradecemos nuevamente a la "compaña", 
esos momentos enriquecedores que supusieron para
esta nueva incursión -sin ir más lejos. 
¡Personas que ya pertenecen al corazón de Ubrique en verde!




.