domingo, 16 de agosto de 2015

Tentando al vértigo

Cuando tiempo atrás la juventud remozaba en nuestros cuerpos, no existía
 el más mínimo temor al subir a las alturas de nuestra querida sierra.
 Pero con los años se acentúan los mecanismos interiores de autodefensa...
¡La exacerbada observación y el vértigo!
Y qué mejor que entrenar esas dos cualidades subiendo por enésima vez para ir
tentando al vértigo y tratarlo de dominar porque en demasía es perjudicial.
Nos fuimos por encima de los tajos donde está el manantial de los Calzones del Garciago
-donde nos encontramos con la cabrita montesa enferma.



Qué mejor que comenzar el entrenamiento por las escaleras en Peligros
hasta la plaza del Carril y, dejando a un lado el Calvario de Ubrique...



nos adentramos en la sierra en busca del primer icono...
los restos de la posible domus romana de la aljibe de Tío Paco.
En el grato paseo de ascenso -enfocando por encima los elevados canchos
a los que nos dirigimos- piedras, veredas, recovecos y, de pronto...



pudimos inmortalizar el canto sutil de una especialista en no temer al vértigo.
¡La avecilla vive en él!



Y ni que decir de este otro mozo que bailaba un rock en la roca.



Ya habíamos subido un buen trecho, dejando atrás el gran alfanje de Jaboneros
-cruce de veredas por la sierra- y a Ubrique en lontananza.



Sierra que siempre oculta parte de su esplendor... 
Esos lugares mágicos que sólo adentrándonos, nos deja paladear.



 Ya estábamos cerca de nuestro objetivo.
 Nos habían contado que cerca de "la Majá las Tunas", había esculpidos en dura caliza,
sendos pilones labrados donde, según la leyenda, se bañaban los pajarracos...
¡Los majestuosos buitres leonados! -que abundan por aquestos lares.



Y en estos pensamientos estábamos cuando caímos en la cuenta de que andábamos 
por encima del Cancho Grande -al que subimos para ver la espalda de los buitres.
Y desde estas alturas y sin temor al vértigo -aún caminábamos por veredas-
pudimos alcanzar -a golpe de zoom y sin nitidez, por el hidrometeoro de la neblina...




"La majá las Tunas" -que se merece una entrada aparte-
 nos marcaba el comienzo de la "tienta" de la sensación
de inestabilidad producida por la altura... ¡El vértigo!



Y es ese vértigo -debido al factor cronológico precisamente- lo que podíamos vencer
a base de entrenamiento, pasando -pues no había otra posibilidad- por crestas calizas
entre las nubes de mosquitos de los lantiscos en el mes de mayo...



para buscar por ahí arriba los legendarios "baños" de los Pajarracos.



El paso de "Godía" -Diego Díaz- nos trajo el recuerdo de los cantos
cuando subimos en buena compañía a la Puerta de Sierra Baja.
Los estuvimos buscando pero de los pilones... ¡Ni rastro!
Mas sin problema... 
¡Ya tenemos excusa para una nueva incursión de Ubrique en verde!
-"¿Qué es ese ruido mecánico que se acerca a nosotros...?"
-"¡Suena como una carrera de aviones...!"



Frente a nosotros unas hélices rotaban flotando, rozando prácticamente las piedras.
Pero nada más lejos de "rozarlas". La ilusión óptica estaba servida...



¡El artilugio sí que sabia tentar y vencer perfectamente al vértigo...!
-"Y de los que van dentro, ni hablamos...!"
Tenemos que tener en cuenta que van...



algo por encima de donde estamos -por los tajos del Garciago-
y la verdad es que la "preocupación" parece que quiere arrastrarnos al vacío.
Mientras tanto...



tan distinto y "despreocupado" surcaba los aires este leonado...



ya que mientras nosotros sentíamos profundo respeto por arrimarnos al filo del plomo...



ellos airosos -nunca mejor adjetivados- necesitan ese vacío...



para vivir.
Y ya que estamos, echaremos un vistacito a la atracción vertical...



para encontrar en sus medianerías uno de los tres salientes -o entrantes- famosos...



en la toponímia de nuestro querido pueblo...
¡El poyato Redondo...!
Entendiendo como poyato -desdeñando cualquier episodio erótico- "aquel...



terreno llano en la verticalidad o falda de una montaña a modo de escalón".
-"¡Pues por lo visto, por ahí se puede subir hasta aquí!"
-"¡Eso sí que es ir tentando al vértigo!"



Pero volvamos con nuestros amigos los pajarracos -los antivértigos.. 
Todo el mundo sabe que ellos están al final de la cadena trófica.
Son los que dan buena cuenta -post mortem- de los animales...



tal como hicieron con esta res vacuna que quiso dar un paseo por el filo del tajo
-tentando al vértigo- quedando funestamente atrapada por la pezuña en una grieta.
Aunque fuese accidental, podemos decir que se trató de muerte natural...



¡Cuántos miles de esa especie mueren a manos del hombre en pos de
una más que cuestionada alimentación y para una obsoleta, 
retrógrada, macabra y rancia costumbre, nombrada "fiesta nacional"!
E impresionados con la debacle de "las cosas de nuestra patria", 
pegado al mismo filo...



descubrimos un refugio pétreo. Era una cavidad amplia aunque no muy grande;
perfecta para una pernocta o para las cabras. Decidimos ponerle nombre...
-"¿Por qué no...?" Y basándonos en las elucubraciones anteriores...



y la forma del hueco de una de sus ventanas, optamos por el nombre de...
"Abrigo de España". Y en plan jocoso y con sentido del humor, afirmamos que...



-"¡España está al borde del precipicio...!"
O sea, tentando al vértigo...



como lo estarían nuestros ancestros cavernícolas que 
habitaban en tiempos remotos por estos lares.



Ya era hora de desistir de tentar a la "precipitación".
Para ello decidimos tomar otro camino para el regreso.
Conociendo la sierra podíamos elegir 
-aunque ninguno de los posibles, fuese un camino de rosas.



La opción fue deslizarnos por la propia puerta de Sierra Baja...



que daba acceso al propio Salto del Pollo...
Lugar emblemático que ostenta, por una parte el Cancho Grande...



y al otro lado, la verticalidad irreal que se perpetúa tentando al vértigo en sí misma.
En el Salto del Pollo se enclavaron civilizaciones en distintas épocas...



como lo demuestran los numerosos restos arqueológicos diseminados por doquier.



Antes de concluir la trepidante aventura, pudimos saborear los frutos blancos 
-estaban en su punto- de las ramas bajas del moral de la cañada del Garciago.
Las caídas se las comían las cabras y las altas las dejamos para los pájaros...
¡Ya estaba bien de tentar al vértigo...!
Y como contrapunto, pudimos capturar la imagen de un ser vivo que era...   



la antítesis del título de la entrada de hoy. 
Se trataba de un "tinto", bien pegadito al suelo y dormitando.



¡Ojalá tengamos fuerzas -porque ganas nos sobran- para seguir trepando por
nuestra querida sierra de Ubrique y así poder continuar "tentando al vértigo".




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