lunes, 19 de diciembre de 2016

Nacimiento del Garciago bajo

En esta cancela que separa lo rural de lo rústico 
-la que está por encima de la viña del Perro-
comienza nuestra aventura de hoy.



Habíamos escuchado rumores de que el Garciago había
"reventado" con las últimas lluvias.
Sólo se trataba de comprobarlo y qué mejor ruta que la vereda
que cruza, atravesándolo por debajo, todo el salto del Pollo.



La primera y no grata noticia...
El longevo y portentoso algarrobo junto al camino, en lo de Moreno,
había sucumbido.
-¿Temporales...? ¿Un rayo...?
No sabemos la causa. Lo cierto y lo fijo es que...




hasta "Niebla" que siempre viene a recibirnos, parecía triste.



La palabra callejón es muy usada en nuestra toponimia.
Emparedando los caminos públicos, se evitaba trocar la ruta y 
la "invasión" no deseada de la fincas colindantes.



Más adelante, otra desgracia.
En este caso se trataba de un espléndido acebuche
también truncado por causas desconocidas. 
¡Eso nos dio que pensar...!



Ya estábamos entrando en el salto del Pollo.
la subida hacia la puerta de Sierra Baja.
¡Pero hoy no tocaba "repechar"!



Nuestro destino pasaba por el medio de la impresionante casquera de
 rocas calizas fragmentadas y los colores otoñales de las cornicabras... 



hasta llegar hasta la siguiente angarilla-somier...
¡"Somierilla"!
Llegados a este punto, el murmullo del rumor del agua 
ascendía hasta nuestros oídos.
-¡Pues era verdad! ¡El Garciago había reventado!



Alguien en el pasado decidió sembrar en el camino 
-a lo mejor con la intención de cortar el paso-
estas ágaves americanas -como las de la curva las Pitas
así que cuidadito con las púas al pasar.



Habíamos dejado atrás el tajo "Colorao" -fin del salto del Pollo-
y habíamos entrado en otra dimensión.
Un desarrollado bosque Mediterráneo nos abría sus entrañas
 para dejarnos pasar.



Comenzamos a ver las primeras y arcaicas "canalizaciones".
Hay que tener en cuenta que toda esta zona estuvo poblada desde
 tiempos inmemoriales y con estas obras de rudimentaria ingeniería, 
se evitaba que al agua se desmadrase y causase daños mayores.



Por fin llegamos al agua cantarina.
-¡Qué delicia verla gorgotear jubilosa!



La vimos venir arroyo abajo en atrayente estampa
y un deseo acudió a nuestra mente...



el de llegar hasta el nacimiento bajo los tajos rojos de la ciudadela de Garciago.



Por supuesto hicimos un inciso en la fuente del Papa.



Una surgencia natural y clara, de líquido elemento.
Una de esas maravillas que tiene nuestro patrimonio etnológico.



Pero mientras subíamos por la colada que va desde los 
hasta la archiconocida cañada de los Gamonales,
caímos en la cuenta de que la dulce melodía del agua, había desaparecido.



Nuestras sospechas se confirmaban.
El agua estaba abajo, en el arroyo.
Pero el nacimiento estaba bien seco.
-"¿Qué misterio era ése?"
Había que volver sobre nuestros pasos para intentar averiguarlo.
A la memoria nos vino aquella vez que este humilde blog,
pudo cubrir el reportaje de "los Calzones del Garciago".



Aquella entrada en la que la pena inundó nuestros corazones
con el encuentro de la cabrita montesa enferma...



y de la que en esta ocasión sólo pudimos ver sus restos, en el mismo lugar.



Sumidos en aquellos pensamientos por aquestos sublimes lares...



y contemplando el magistral vuelo de los reyes de la cadena trófica,
una visita inesperada nos trajo de nuevo a la realidad.



-¡Hola...! ¿Qué "ase"...?
-¡Estás hecho un mulo...!



Y a nuestro amigo no le importó mostrar su perfil 
para ser protagonista en un futuro del calendario que Ubrique en  verde
confecciona anualmente para ayudar a las protectoras de animales.
-"¡Gracias, colega?"



Llegamos de nuevo a la magia del agua.
Comenzamos a subir por el cauce, abriendo camino
entre impenetrables malezas, 
en busca del misterioso lugar del surgimiento.
Y algo más arriba, entre lantiscos y zarzaparrillas...



debajo de una gran roca, ante nuestros atónitos ojos, se presentaba
por primera vez en nuestra retina, el nacimiento del Garciago bajo.



-¡Una auténtica y verdadera sorpresa...!
-¡Un misterio resuelto...!



Y allá que iba ella tan contenta, corriendo cuesta abajo y
saltando mil piedras, a juntarse con las del río Ubrique.



Nos podíamos sentir satisfechos del "descubrimiento"
cuando hacíamos el camino de regreso.
A nuestra izquierda, en lontananza, el cerro Mulera...



y a nuestra derecha, bajo sus pies, el tajo "Colorao"
-que no tiene nada que ver con el Gran Cañón 
aunque con los tonos del atardecer, lo pareciese.



Y con un "hasta luego" a uno de los genuinos e imaginarios, "dragones de piedra",
que tan atractivo se encontraba rodeado de los colores de la moda de otoño...



llegamos a la "civilización" con la luna ya presente en el firmamento.



Una luna medio sonriente que podía... ¡Hum!
Una media luna sonriente que podía muy bien haber sido 
mudo testigo, de nuestras albricias. 





.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Felices fiestas 2016

Aunque todo parezca adverso, o no.
Aunque todo se dé por perdido. o no.
Aunque el venidero año sea el último, o no.
Aunque sea lo que sea, o no...
¡Lo mejor es una buena "de oreja a oreja"!
Y que mejor que felicitar las fiestas venideras con una amplia y amable sonrisa.
Por supuesto con la letrilla de un conocido villancico popular.



"¡En el portal...



de Belén...



hay estrellas...



sol...



y luna.
La virgen y san José...



etcétera...
Desde Ubrique en verde, tanto en su página de "feisbu",
como en humilde blog, os deseamos desde la plaza de la Verdura,
unas felices fiestas con una sincera sonrisa.



.

sábado, 26 de noviembre de 2016

Detrás de la Maceta. El descenso

En la primera parte de esta aventura -Detrás de la Maceta. El ascenso-
habíamos argumentado la incursión, sin ir más lejos, con la búsqueda
de algún vestigio de una ancestral leprosería ubicada por estos parajes,
según cuenta una leyenda de nuestro querido pueblo.



Estábamos ascendiendo al cerrete trasero, ojos avizores, y la ilusión
de codearnos con provectas encinas salvadas de las talas de antaño,
con Ubrique en lontananza, marcándonos la referencia de la cota.



Gran sorpresa nos llevamos cuando al encumbrar, vimos que estábamos
a la altura del impresionante "Casino de los Pajarracos"; una extraordinaria...



y alargada oquedad en medio del tajo vertical que conforma la gran falla.
Por supuesto, no podían faltar...



sus moradores -posiblemente "echando un mus"- o charlando tranquilamente
de sus carroñeras historias. Aún bien lejos que estábamos...



se percataron de nuestra presencia y se lanzaron al vacío con su elegante vuelo.
Bien sabemos el terror atávico que los animales nos tienen a los animales humanos.
Terror que bien nos hemos ganado a pulso a lo largo de la historia.



Y por encima de la falla, prominente, la altura más importante
de nuestro término municipal... el genuino Salto del Gamón
-topónimo "prácticamente" oficial, como lo vivimos en la



A nuestro alrededor se desenvolvía el caos impredecible.
La debacle calcárea. La maravilla sobrecogedora.
Estuvimos un buen rato buscando alguna pista deambulando...



entre altivas aristas...



y profundas formaciones tectónicas.
Para hacernos una composición de lugar de la zona de búsqueda,
tiraremos de una foto de archivo en la que podemos observar...


a la derecha, la Maceta. A la izquierda la Merga -falla. Y justo detrás del único
madroño del contorno -una de esas rarezas de nuestra sierra- el promontorio en
el que ubica la leyenda aquel refugio de "almas en pena",
 donde pasaban sus últimos días de la enfermedad tan terrible que fue la lepra.



Una zona agreste, bien apartada de todos los caminos...



y prácticamente inexpugnable. Lo que no es óbice para que...



junto a estas dos encimas al borde de la cumbre,
se vislumbrara una especie de acceso a esta parte superior.
Según sabemos por las películas, las leproserías eran reductos
a donde los familiares llevaban alimento y agua
pero sin contactar con los enfermos.



También sabemos -y no por las películas- que en los campos se construían
 pequeños y circulares corraletes para almacenar y proteger de los animales,
productos agrícolas -como lo vimos en "Fuentes V. Infante Calderón".
Debajo de aquellas matas secas de ardivieja, al arrancarlas...



surgió uno de estos "almacenes" a modo de silos.
Es posible que hubiésemos dado con uno de los vestigios...
¡El lugar donde les podrían dejar la manutención!



No es difícil imaginarse a aquellas almas en pena,
deambular por estos apartados y bellos rincones...



rodeados de murallas naturales.



No es difícil imaginar aquella situación marginal por la terrible enfermedad
por estos lares -incluso se adivinan algunas piedras colocadas a posta...



y restos de lo que pudieron ser antiguos chozos circulares.



No fue difícil imaginar a aquellas personas desheredadas,
 protegiéndose del sol bajo las ancianas encinas o de...



las inclemencias y rigores, en profundos y elaborados refugios.



No fue difícil imaginar una vida que no era vida y
que a la vez resultaba puramente "prehistórica".
De hecho la vida en cuevas ha sido una costumbre
 que ha existido hasta hace poco en nuestros contornos;
valgan los ejemplos de legendarios personajes como
Chirimbolo, Chinguango o el famoso Chiriguay.



Desde luego, entre aquellos terrenos tan peculiares, imaginación no nos faltó.
El descenso tenía que acaecer. La hora se nos echaba encima.
Habíamos visto la opción de bajar por la vereda del cerro del Mono,
pero dado que estábamos más cerca de este otro lado
decidimos optar por la vereda alternativa. Esa en la que...



en el transcurso encontramos una enorme encina que
 se salvó de la quema para carbón vegetal en el pasado,
¡y con un agujero...! 
¡Bien podría servir de marco para la foto de perfil del "feisbu"!



Y así lo hicimos... 
¡Siempre mirando por la Naturaleza, la Gran Madre Tierra!
-Nunca mejor dicho lo de "mirando".


Un descenso vertiginoso se presentaba ante nuestra base urbana.
Una auténtica vereda de cabras por debajo de la Placa...



bien plena de singulares y bellos contrastes...



y encuentros amables con seres vivos, muy al gusto de este humilde blog
amante de los animales y en contra de la tortura hacia ellos.
La estampa no pudo ser más providencial. 
Pero nos esperaban más sorpresas.



Justo donde está la gran piedra con una cruz labrada que señala
la cañada o paso de herradura bien antiguo...



un alegre revuelo de alas, nos sobresaltó. Nuestras amigas las palomas
en bandada surcaban el aire del paso de los Carboneros en los Pernales,
en busca de un lugar donde posarse.



lo mismo se han asilvestrado por estar hartas de que abajo,
en el pueblo, las llamen "ratas voladoras" y las traten como tal. 



Por fin llegamos al último tramo del descenso...
Enésimas ocasiones para admirar este entorno y,
 cuando ya creíamos que lo habíamos visto todo, 
ante nuestras pupilas aparece...



un fragmento de tégula 
-teja romana frecuente en nuestra ciudad romana de Ocurrris-
aquí, en el Ubrique el Alto -asentamiento del Umrica árabe...
-¿Y ahora qué...? ¿Dónde queda la lógica...?
¡Misterios por resolver...!



Y entre imaginación, recias encinas, lepra, animales e historia,
 desde detrás de la Maceta, 
habíamos descendido hasta el valle próspero y lleno de casas que nos vio nacer.