lunes, 10 de febrero de 2014

La lluvia caída en Ubrique

En el margen derecho de este humilde blog, veremos desde ahora una nueva pestaña,
con el título "índice de pluviosidad", en una panorámica de nuestro querido pueblo.
Vamos a celebrar, el que Ubrique en verde hace pública
una actividad que por oficio, es cotidiana. Muchos saben que contamos con
un buen pluviómetro para las precipitaciones caídas en nuestro pueblo y nos preguntan.
Así que a partir de ahora, para saber los litros caídos en Ubrique, primero...



diremos dónde está instalado el aparato de medir la lluvia.
¡Adivina, adivinanza!
Está por encima de uno de los más longevos puentes de Madis... ¡perdón! de Ubrique...



y sólo hay que tratar de ver desde donde llega el agua que
 hay "tras la higuera" que hay en...



-"¿Quién dijo que no iba a llover?"
Podemos decir que ya se ha hartado y si para colmo es en fin de semana,
más pesadumbre recorre nuestras mentes.
El domingo, bajo el intenso aguacero, salimos a eso, a ver la lluvia caída en Ubrique.



En la calle Corregidor vimos como las "ratas voladoras" aguantaban el chaparrón.
Ni se inmutaban y eso que alguien ha colocado en un balcón próximo...



un búho de mentirijillas para ahuyentarlas, pero ni caso.
 El búho también estaba cargado de agua...
¡Bueno! Ése, y también otro...



el arroyo del Búho que se viene sumando las aguas del huerto de Carretero
y del Rodezno. Hasta aquí, a su paso por el molino. 



Las turbulentas aguas se arremolinaban contra la maravilla de la arquitectura
 de una de las más famosas casas colgantes de Ubrique...



hasta reunirse en violento choque lateral con las del Arroyo Seco -ahora la antítesis-
formando el río Ubrique. El viento soplaba, la lluvia caía...



y nuestro río cogía velocidad a su paso por el edificio más alto de Ubrique.



Por el paseíto del río, la ingente cantidad de agua doblaba un recodo tras otro...



 llegando al estrechamiento por detrás de Candelaria.
 Ahora sabemos que con los cien litros caídos en el fin de semana, 
estuvo a punto de desbordarse otra vez, cerca...



del histórico puente de la malograda plaza de toros. 
-"¡Vamos a recortar esta toma pues las zonas verdes, la afean un poquillo!"



¡Así está mejor!



Desde el nuevo puente de la "viga corta", nuestro "evacuador" de agua de lluvia,
 adquiere cierta anchura pero todavía se le añade un contingente más...



el de las aguas provenientes del Algarrobal. 
Normalmente, se le suelen unir desde arriba
pero aquí las vemos al mismo nivel.
Eso sí que es ¡agua va! -casi como el año pasado.



Seguimos acompañando a nuestro río por el paseíto y pasamos junto a la fuente seca,
que aunque aún no marche, sí pertenece al romancero de las fuentes del pueblo.



Hasta las pistas infantiles de la barriada del Sol, llegó nuestro curso.
El de nuestro río llegará al pantano de los Hurones.



La parte trasera del Pabellón era un mar -no sólo de agua.
Ya marchábamos de regreso y tuvimos que reconocer que estábamos empapados.



Pero no sólo nosotros. La pipita también estaba pipando -palabra gaditana que
 todo el mundo sabe su significado... ¡estar mojado sin contemplaciones por la lluvia!
Y frente al pajarillo arrelingado a la verja del Reina Sofía, una estupenda vista
de nuestra plaza de toros con el marco incomparable de nuestra sierra atrás;
todo bajo una espectacular manta de agua que mojaba hasta nuestro objetivo...



¡Bueno! Todo es real menos la plaza de toros que tendremos que imaginarla.
Sólo queda el redondel de lo que fue casi monumento histórico artístico inviolable.
Ahí, en ese erial poco estético, se cumplió la leyenda de "Ubrique, la lluvia y el circo".
Con la nostálgica tarde de lluvia, se había impregnado el ambiente. 



El deambular por una avenida España inusual, añadía más melancolía al regreso.



¿Quién diría que era domingo?
¡Ni un alma!
Podíamos caminar por todo el medio sin ningún obstáculo de personas o veladores.



Claro, que siempre está el que dice ¡A mi plim!
La lluvia arreciaba con mayor intensidad. Tanto que...



hasta el nuevo bandolero se protegía del chaparrón con su capote negro zaíno.



Con la falta que nos hace que llueva, ¡cómo le pueden llamar a esto mal tiempo!
¡El tiempo no es ni bueno ni malo!
Es tiempo de lluvias y frío que para eso es invierno,
¡Qué el verano es muy largo después!
Seguimos hacia el Casco Antiguo de nuestro querido pueblo, buscando refugio.



En Moreno de Mor, la nueva Pilita Abajo chorreaba toda la que traía la calle el Agua.



¡Con tanta agua y viento, a ver quién era el "guapito" que no se mojaba!



Nos acercamos hasta la Cruz de la Guindaleta para que fuese testigo del próximo disparo
hacia el cielo encapotado. Desde allí íbamos a captar la copiosa lluvia cayendo encima de...



Sobre esta estampa típica, sí que podemos decir que las marcas de agua son naturales.



De vuelta a casa, vimos la lluvia caer sobre esta conocida "plaza de aparcamientos".
Afortunadamente, parece ser que a partir del uno de marzo, coincidiendo
con la Chorizá del Carnaval, podremos disfrutarla sin los ilógicos coches.
Entonces, realmente podremos decir que será  la Plaza de la Cultura... ¡Huy! Verdura.
Aquí termina el periplo chorreante, aguantando el chaparrón
 con una cámara y un paraguas.



 El agua fresca nos ha puesto perdidos pero ha merecido la pena. 
Con el agua caída en Ubrique, hemos inaugurado nuestro índice pluviométrico.
Las sumas de las cantidades se pueden ver más abajo, en el margen derecho.
Serán apuntadas por un ser humano y por lo tanto, aproximativas.
El que nunca puede equivocarse ni se equivocará, es el balcón del tiempo.



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2 comentarios:

  1. He estado recreándome en las fotos que han publicado, todas preciosas, luego he sentido nostalgia, hace 41 años que no voy por Ubrique, y siento que los tres años que vivi en ese pueblo me dejaron huellas.

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  2. Pues ya estás tardando Francisco. Tu sabes como son de hospitalarios los ubriqueños y con antiguos paisanos... más.

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